Salud

Alimentos procesados y el impacto en nuestro organismo

Los alimentos procesados son aquellos que han soportado cambios o han pasado por algún grado de procesamiento industrial antes de llegar a nuestra mesa para que los podamos consumir.

El procesado de alimentos hace que dispongamos de muchos productos que no podríamos consumir si no fuese por esta técnica, nos permite adquirir alimentos de temporada durante todo el año. Sin este proceso gran variedad de productos alimentarios que encontramos en el supermercado y en las tiendas no los tendríamos a nuestra disposición. Esta técnica mejora la seguridad de los alimentos mediante diversos métodos. Así, los tratamientos a temperaturas elevadas destruyen las bacterias nocivas; algunos aditivos impiden que las grasas entren en descomposición o que se desarrollen hongos, bacterias nocivas, y el envasado ayuda a prevenir la manipulación indebida de los alimentos.

Algunos ejemplos son las frutas, las verduras y los productos cárnicos congelados, enlatados, pescado en conserva y la leche U.H.T.

Pero los alimentos procesados en exceso pueden suponer un problema para una dieta saludable. En los Estados Unidos, por ejemplo, ya aparece un dato alarmante: estos alimentos representan más de la mitad de todas las calorías consumidas. Constituyen casi el 90% del consumo de azúcar añadido en la dieta norteamericana.

Ciertos métodos de procesado pueden provocar la pérdida de determinados nutrientes: es el caso de algunas vitaminas y minerales que se quedan en el agua de cocción o en las partes del grano que se eliminan para elaborar la harina. Las comidas procesadas también pueden contener azúcar y grasas en cantidades más elevadas que las que elaboramos con nuestras manos.

¿Qué sucede en nuestro organismo y cerebro?

El eje gastrointestinal y el sistema nervioso central están conectados. Lo que afecta la parte gastro tiene conexión directa con nuestro rendimiento en las actividades del día, el nivel de energía y el estado de ánimo.

Para entender esto, el Dr. Wilfedo habló sobre el microbioma y su desarrollo, el cual se compone de bacterias y microorganismos que viven en nuestro cuerpo. Este comienza a desarrollarse desde el proceso de gestación, lo que afecta a la madre afecta al bebé. Una vez que el bebé nace, el desarrollo del microbioma está ligado a la alimentación, si es positivo, la persona tendrá un sistema gastrointestinal saludable e impactará positivamente al sistema nervioso central.

Sin embargo, el microbioma va cambiando en las diferentes etapas de la vida y es ahí donde comienzan a aparecer trastornos asociados con el consumo de sustancias y alimentos.

Diferentes estudios evidencian que el aporte de calorías dependiendo la composición de los alimentos, determina las condiciones de las personas. La obesidad es un marcador de que algo está funcionando mal; en San Francisco – California, reside Robert Lustig, uno de los pediatras endocrinólogos que más ha trabajado el tema en niños y relaciona el azúcar como un elemento tóxico, particularmente la fructosa contenida en los alimentos ultraprocesados, que tiene como principal fuente de aditivo el jarabe de maíz.

Cuando los niños consumen alimentos ultraprocesados con componentes azucarados, se genera un comportamiento adictivo.

TIPOS de alimentos procesados:

De acuerdo con su grado de manipulación estableceremos distintos tipos de alimentos procesados:

Alimentos mínimamente procesados: son alimentos preparados para facilitar su consumo. Es el caso, por ejemplo, de la fruta seca sin cascarón (nueces, almendras, avellanas…) y de las hortalizas o verduras listas para consumir o preparar (lechuga lavada y cortada en bolsa), sin ingredientes añadidos de ningún tipo.

Alimentos sometidos a algún tipo de tratamiento: son aquellos alimentos que se han visto afectados por algún proceso tecnológico. Sería el caso de los alimentos congelados o cocidos, como las latas en conserva (de atún u otros pescados), las verduras congeladas, etc.
Alimentos con ingredientes añadidos: en este caso hablaremos de alimentos que incorporen ciertos añadidos que alteren o mejoren sus propiedades con la finalidad de potenciar su sabor o apariencia. Es el caso de los edulcorantes, los colorantes y los conservantes, muy fáciles de encontrar por ejemplo en las salsas preparadas.

Alimentos muy procesados: son los alimentos aptos para el consumo inmediato que tienen que estar sometidos a un alto nivel de procesamiento. Por ejemplo, las galletas, los dulces, las patatas chips, los cereales, los embutidos, etc.
Alimentos altamente procesados: es el caso de los alimentos y otros platos listos para introducir en el microondas, como es el caso de las pizzas congeladas.

Por lo tanto, hay muchos tipos de alimentos procesados y hay que aprender a escoger entre los que nos convienen más para que nuestra alimentación sea mejor.

Recomendaciones para una DIETA SANA y EQUILIBRADA:

Una de las recomendaciones más extendidas y habituales para mejorar nuestros hábitos alimentarios es que basemos nuestra alimentación principalmente en alimentos frescos, limitando al máximo el consumo de alimentos procesados. Consumiendo los productos de temporada y que tenemos más a mano estamos contribuyendo a la vez a respetar el medio ambiente.

La dieta mediterránea es la mejor recomendación si se quiere seguir una dieta saludable, ya que minimiza el consumo de alimentos procesados.

Algunos consejos más concretos:

Grasas: una de las grasas más recomendadas por sus beneficios para la salud es el aceite de oliva, además es uno de los más comunes en nuestro entorno. Alimentos que estén elaborados con aceite de oliva son más aconsejables, pero también se pueden escoger otros, como el de girasol u otras semillas. Hay que tener precaución con aquellos productos en los que no se especifica el tipo de grasa que incorpora.

Número de ingredientes: aunque no es una norma universal, ya que puede haber productos muy complejos, los productos más recomendables son aquellos que incorporan menos ingredientes.
Azúcar: actualmente hay una tendencia a sustituir el azúcar común por otras fuentes de azúcares (miel, melaza, jarabe de arce, jarabe de agave, etc.). Aunque incorporan otros componentes además de hidratos de carbono simples, no dejan de ser una fuente de estos que hay que limitar y que, por lo tanto, debemos tener presente al mirar las etiquetas.

Sal: es el potenciador del sabor por excelencia, pero actualmente se consume en exceso, hecho que puede provocar muchos problemas de salud. Por lo tanto, tenemos que intentar consumir alimentos que lleven en menos cantidad.

Aditivos: todos los aditivos alimentarios autorizados en la Unión Europea han pasado unos controles estrictos que los hacen seguros en las cantidades que establece la legislación. De todas formas, siempre podemos analizar diferentes productos de una misma gamma de alimentos y comprobar aquellos que utilizan menos aditivos. Esto nos ayudará a consumir alimentos que se parezcan el máximo posible a los que elaboraríamos en casa.

Finalmente hay que tener presente que las investigaciones que se llevan a término para desarrollar nuevos alimentos también favorecen a personas celíacas, intolerantes a la lactosa o diabéticas o, incluso a personas con dolencias muy minoritarias como podría ser el caso de personas alérgicas al sorbitol, ya que pueden tener a su alcance productos adaptados a sus necesidades. Esto será lo que les permitirá no solo controlar su estado de salud, sino también gozar de alimentos a los que de otra forma no tendrían acceso.

En conclusión, lo más importante a tener en cuenta con los alimentos procesados es el balance entre estos alimentos y los alimentos frescos. No se puede basar la alimentación solo en alimentos procesados pero introducirlos con consciencia no tiene por qué suponer un problema.