El sincretismo vive entre la religiosidad indígena y el catolicismo en San Juan Chamula

En el corazón de Los Altos de Chiapas, una fusión espiritual única


Por Claudia Rodríguez y Jessica J. Báez Márquez

En el artículo anterior exploramos el sincretismo presente en la celebración del Día de Muertos en México. Ahora queremos ahondar en cómo se manifiesta el sincretismo religioso en ciertas comunidades indígenas, como la de San Juan Chamula. En esta localidad tzotzil, situada en la región de Los Altos de Chiapas, México, se experimenta una vivencia religiosa que desafía cualquier concepción tradicional de la espiritualidad. Este lugar nos transporta a una dimensión diferente, donde el tiempo parece detenerse y fusionarse a través de los siglos. Es precisamente ahí donde la cosmovisión maya se entrelaza de manera única y profunda con el catolicismo traído por los colonizadores. Este sincretismo representa no solo una forma particular de espiritualidad, sino también un emblema de identidad, resistencia cultural y expresión artística que permanece vigente hasta la actualidad.

El sincretismo religioso en Chamula tiene sus raíces a la llegada de los españoles en el siglo XVI, cuando la evangelización se impuso, a través de la construcción de iglesias y la introducción forzada del catolicismo. Sin embargo, los mayas tzotziles no adoptaron esta nueva fe de manera pasiva. Más bien, reinterpretaron a los santos católicos y los incorporaron en su propia cosmovisión, dándoles funciones similares a las de sus antiguos dioses, incluso la ropa de estos santos es única, ya que esta realizada por artesanos indígenas con su estilo muy particular de bordado simbólico que los caracteriza. San Juan Bautista, patrono de Chamula, es un ejemplo de veneración no solo como santo cristiano, sino como guardián de la naturaleza, los ciclos agrícolas y la salud de la comunidad. Esta adaptación ha generado una práctica religiosa mestiza y autónoma, que sostiene la identidad cultural y política de la comunidad.

La iglesia de San Juan Bautista es un reflejo de esta fusión única. A diferencia de las iglesias católicas tradicionales, el piso está cubierto por ramas y hojas de árboles, así como velas de colores encendidas por doquier que aportan un aire místico y nebuloso al ambiente religioso. Cabe señalar que en el templo no hay bancas, las personas se sientan el en piso en grupos familiares, mientras rezadores y chamanes conducen rituales de curación que incluyen sacrificios de gallinas y el uso del tradicional pox, una bebida fermentada local. Las imágenes de los santos están cubiertas por ropajes indígenas, a diferencia de otros templos católicos donde las vestimentas son más bien occidentales. Más allá del templo, el sincretismo se expresa en la vibrante cultura local. Los textiles bordados en Chamula, por ejemplo, integran símbolos tanto mayas como cristianos, como cruces, mazorcas y figuras de animales sagrados, creando verdaderos códices visuales que narran la relación entre la tierra, la fertilidad y lo espiritual.

Aunque algunos sacramentos católicos se mantienen, como los bautizos y las fiestas patronales, éstos se combinan con prácticas indígenas y se realizan en lengua tzotzil. La danza del calalá, celebrada en la vecina región de Suchiapa durante Corpus Christi, es otra manifestación de esta mezcla cultural. Dicha danza ancestral representa un diálogo entre la vida, la muerte, la fertilidad y la protección, con figuras de felinos sagrados y venados que simbolizan fuerzas naturales y comunitarias, fusionando leyendas mayas con rituales católicos.

El sincretismo en Chamula no solo es una cuestión espiritual, implica también a su organización social y política. Los usos y costumbres rigen tanto la vida religiosa como la civil. Las autoridades locales mantienen un control estricto sobre sus rituales y espacios sagrados, lo que ha generado tensiones con la Iglesia católica y el Estado; por otro lado, el turismo cultural ha traído ingresos. Este tipo de prácticas son muy atractivas para los turistas y resultan ser todo un espectáculo nunca visto, lo que se ha convertido en un reto complicado de sobrellevar, debido a que la autenticidad de los rituales, pone en riesgo de convertirse en un espectáculo y no en un acto de religiosidad, si no se protege la integridad de estas tradiciones. San Juan Chamula es un claro ejemplo de cómo la fusión entre religiosidades puede ser una fuente de fortaleza cultural. Para nosotros puede ser una mezcla confusa, pero este sincretismo es una expresión viva de resistencia, identidad y continuidad espiritual que ha sido transmitida por generaciones. Este fenómeno nos invita a pensar en las fronteras entre religiones y a valorar las formas culturales. En Chamula, la fe es mucho más que una creencia, ha sido y sigue siendo un lenguaje de resistencia, dignidad y preservación de una rica herencia ancestral.

Fotografia tomada por Jessica Baez

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