Por Carolina Camacho
En el contexto colonial de América, a lo largo de la historia hubo varios sucesos que nos han marcado hasta nuestros días y han repercutido en nuestra organización actual de la sociedad, y de muchas formas.
Uno de ellos, la mal llamada en la escuela “conquista del desierto”, y digo mal llamada en la escuela porque eso fue un genocidio y un culturicidio y en líneas generales no se explica de manera justa y objetiva, y son pocos los casos de docentes que, si lo hacen y muchas veces con las autoridades de la propia escuela en contra, lo cual hace mucho más loable y digna su tarea. Los patriotas que llevaron a cabo esta brutal carnicería, con Julio Argentino Roca a la cabeza hoy figuran en los libros de historia y son los héroes de la patria.
Primeramente, el intento fue el de domesticar al indio, lo fueron ejecutando por varias etapas, porque pensaban que los indígenas eran barbaros a los que había que corregir y enderezar. Luego en las etapas posteriores la tarea fue evangelizar y manipular mediante las religiones. Se intentaba convencerlos de que solo la religión los sacaría del embrutecimiento en el que se encontraban.
Los llamados “malones” en muchos casos lograron sobrevivir a fuerza de algunas negociaciones con el “huinca” (como le llamaban los indígenas al hombre blanco y europeo), pero algunas de esas negociaciones e intercambios eran para sobrevivir y no le implicaban al indio una pérdida de su dignidad, eran negociaciones que entraban dentro del terreno de su ética y moral y de respeto por sus propias creencias, muchas tribus tenían su ética bien establecida y constituida. Es muy interesante interiorizarse en lo que ocurrió con la zanja de Alsina, una zanja que tenía como fin evitar el robo de ganado, pero en realidad eran extensiones que le pertenecían a los indígenas. A la luz del día lo único que queda claro es que esas tierras les pertenecían y el que robo fue el hombre blanco. Se pretendió separar al indio del criollo mediante esa zanja. El cometido era separar el país en dos. Esa zanja midió 675 kilómetros y además de ellas hubo muchas otras líneas divisorias.
Dentro de toda esta gran cruzada, también hubo indios que se vendieron al mejor postor y que se dejaron colonizar sin oponer resistencia, eso también ocurrió, hubo de todo, y esos fueron los vendidos, los traidores, los que siempre hubo a lo largo de la historia. Dentro del tema de venderse o no venderse, entra el tema de los valores, y si bien los pueblos indígenas tenían sus valores, también había indios vendidos, no bastaba ser indio para ser buena gente, tiene que ver con muchos otros componentes.
Al fin de cuentas llegamos a la conclusión de que es muy fácil dividirnos, no oponemos resistencia ni nos ponemos firmes ante esta práctica tan habitual de parte de algunos grupos humanos. Hasta nuestros días podemos verlo y con muy buenos resultados. Nos cuesta defender nuestra cultura y eso habla de que detrás de ella existen fines comerciales e intereses personales y esto no debería ser así. La cultura no debería tener precio ni estar en ninguna disputa, se la defiende o no se la defiende, sino ya son otras cosas las que se están defendiendo.
En la conquista del desierto, la orden fue clara y precisa, “limpiar la pampa”, y en esa limpieza, fue muy poco lo que pudieron seguir negociando para subsistir en ese caso los ranqueles y los tehuelches, pero también fueron los pehuenches, mapuches y pampas entre otros.
En mi caso, no soy historiadora, tampoco socióloga, mi formación es audiovisual y docente, pero si muy lectora y curiosa, he leído a Felipe Pigna (historiador y docente), a Florencia Canale (Escritora y Periodista), Andrés Bonatti (Periodista y Escritor), entre otros, sobre temas relacionados a la historia, sin mencionar a mis docentes de historia del colegio secundario que hasta el día de hoy ocupan un lugar fundamental en mi vida. Me atrevo a escribir sobre estos temas, porque abrir los libros debería servir para divulgar aquellos temas que se necesita en una sociedad. Y digo abrir los libros, porque no importa que avancen las tecnologías siempre y cuando juguemos con ellas y no en contra de ellas, no importa que tanto avancen, los libros siempre serán los libros y también depende de cada uno de nosotros el lugar que les demos en nuestra propia vida. Ocurre que de vez en cuando la gente se olvida de los libros, pero eso por lo general ocurre en las embestidas neoliberales de las sociedades en las que pareciera que están todos embriagados y embebidos en frivolidad. Son temporadas, suelen pasar como las modas, pero los libros quedan.
Todos provenimos de una mezcla de razas que se produjo con la colonización a partir de la cruza de etnias entre los criollos y los indígenas, en la mezcla también estaban los negros, los mulatos y afrodescendientes que en la mayoría de los casos eran los esclavos traídos de otras tierras. De esas mezclas surgió el mestizaje y muchas nuevas identidades y etnias. También el europeo, la mayoría de nuestros abuelos y bis abuelos que anclaron en estas tierras porque se enamoraron de América y se mezclaron con la población autóctona.
Personalmente, por parte de madre tengo en mi sangre descendencia indígena, el bisabuelo de mi madre era un cacique guaraní de la zona mesopotámica de nuestro país. Mi madre tiene mezcla de descendencia guaraní en su sangre y de apellido italiano. Y en esos antepasados de mi madre existen algunas historias familiares que vale la pena saber y atesorar.
Es fascinante porque por parte de padre me viene todo lo europeo, mas precisamente lo español. Y un poco esa mezcla soy yo.
Lo expreso con dignidad, esa misma dignidad y respeto que tenían esos pueblos porque me produce mucho orgullo, porque tiene que ver con una parte de mi historia y de mi árbol genealógico, que mi madre se encargo de transmitirme con el mismo amor para que yo pudiera saberlo y contar con esa información. Saber el origen y la descendencia es una de las cosas más fascinantes.
Pienso que ha habido intentos de silenciar nuestra historia muchas veces a lo largo del tiempo, y que la historia se repite en forma cíclica dejándonos al parecer al margen, completamente impotentes e inactivos, como si no fuéramos protagonistas directos de ella.
¿Por qué somos tan fáciles de dividir?, ante esa pregunta, me respondo y respondo que hay que agarrar los libros de historia, esos que están escondidos y no quieren que se conozcan. Pues sí, hay gente que trabaja para ocultar la historia, depende de cada uno de nosotros aceptar pasivamente ser una marioneta de los poderes de turno.
Me rio cuando se habla de batalla cultural, pues esto no fue una batalla, fue una guerra que se remonta desde ese entonces. Una guerra en la que se aniquilo de las maneras más crueles y la contaron al revés, la civilización y la barbarie esta mal contado, ni el indio fue la barbarie ni el blanco la civilización. Aquí asaltaron la ética y la moral de pueblos que eran y son los verdaderos dueños de la tierra. De Roca para acá todo fue una usurpación y un atropello constante. Me parece importante pensar todas estas cosas. Quien quiera oír que oiga.