Columna de Ayelen Isoardi

El poder de un espacio funcional en la vida de una mujer activa


Vivimos tiempos donde la palabra “hacer” parece dominar nuestras agendas. Las mujeres activas —ya sea por trabajo, estudio, maternidad o proyectos personales— estamos expuestas a un ritmo de vida que exige foco, energía y claridad mental. Sin embargo, muchas veces no miramos un factor que influye directamente en todo eso: el espacio que habitamos.
La funcionalidad no es solo una cuestión estética o de orden: es una herramienta de bienestar. Un espacio funcional te permite moverte con fluidez, encontrar lo que necesitás sin estrés y crear rutinas que te apoyen, no que te agoten. No es magia, es planificación con intención.
Como diseñadora y experta en funcionalidad, puedo afirmar que cuando un hogar o lugar de trabajo está alineado con tu ritmo, tus valores y tus necesidades reales, todo cambia. La productividad aumenta, la mente se aclara, y hasta aparece el disfrute cotidiano. Porque no se trata de tener más tiempo, sino de usarlo mejor, con menos fricción y más intención.
Invertir en funcionalidad es invertir en vos. Y no hace falta una gran remodelación: basta con mirar con otros ojos, repensar lo que ya tenés, y animarte a simplificar. Porque cuando el espacio acompaña, todo fluye.
Gracias por llegar hasta acá. Nos volvemos a encontrar el próximo jueves con una nueva mirada: cómo el entorno puede acompañarnos en procesos de transformación personal. ¡No te lo pierdas!