La columna de Paula Winkler

El catolicismo no promueve idólatras


Por Paula Winkler

Murió el Papa Francisco. El sábado será el funeral en Roma. Mientras tanto en el mundo y en Argentina se produjeron algunos incidentes bochornosos (abucheos), de los que da cuenta la prensa gráfica. Nuestro país suele tener vaivenes tanáticos e idealiza o, a veces, denosta a sus muertos. No podemos culparnos pues el planeta entero, cuando menos Occidente, exhibe hace rato una palabra banalizada, las cegueras de los fanatismos, debates falaces innecesarios al infinito y crueldad, mucha crueldad. Sin embargo, es un milagro del Señor – y no, “idolatría”- que se propicien momentos de unidad entre tantos feligreses, creyentes o no creyentes, y empáticos pasajeros.

La época, plena de injusticias, guerras e ignorancia lo demandan. Si nos parece que el mundo se volvió católico de repente, en el sentido de “universal” –que es serlo-, yo no lo veo mal. El Papa respetaba culturas y religiones, a ateos y a agnósticos. Tengamos respeto en su memoria nosotros, pues, en lugar de descalificar tan pronto, tildando el amor de “idolatría”: se idolatra a los semidioses, a los autócratas y a las “celebridades”. Aun cuando el protestantismo no acepte las imágenes del catolicismo, “creer” (sin ser luterano) no implica depositar nuestra confianza mediante esa suerte de sincretismo popular, que la razón y el dogma evitan. Por lo demás, si hay personas que encuentran paz en llorar su muerte es porque buscan cierta autopercepción compasiva y de orden frente a tanto caos, que parecen negar los “racionales”. El catolicismo conoce el mundo griego, sus mitos y sus principios (bastante olvidados en el siglo), hay filósofos como Godofredo Leibniz que insisten en los signos (era matemático), algunos veraces y otros, falsos para acceder a la idea de Dios, lo que es polémico y llevaría mucho espacio para controvertir. Aludo con este ejemplo a que los católicos pensamos. En cuanto a las guerras de región, habría que significar que a ningún agente bélico (activo), aunque negocie de vez en cuando su temporal “alto al fuego”, le gusta enfrentarse a ciertas verdades.

La política se mide en la contingencia, mucho más la de la época y en la mayoría de las naciones que no están gobernadas por estadistas populares. La Palabra se encuentra en los Evangelios y es transversal, no depende de circunstancias ni oportunidades. Q.e.p.d. Francisco, y que haya calma y reflexión, sobre todo entre quienes transmiten y “comentan”, en ciertos noticiosos de la tele, sobre la “reacción” de creyentes frente al fallecimiento del Papa.