Por Carmen Sigüenza
Con la figura de María Magdalena como punto de partida, la artista Marina Vargas reconstruye y visibiliza en la muestra Revelaciones el legado de las mujeres que han sido tapadas por la historia patriarcal, especialmente en el terreno del mundo místico, sagrado y espiritual. Mujeres malinterpretadas y llenas de etiquetas, con una profunda carga simbólica que fueron relegadas a un segundo plano del relato histórico por ser diferentes a lo normativo.
La exposición se puede ver en el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid desde el 10 de febrero hasta el 4 de mayo. Es la octava muestra del proyecto Kora, que impulsa el trabajo realizado por mujeres artistas contemporáneas desde una perspectiva de género. En este proyecto, comisariado por Semíramis González, Marina Vargas (Granada, 1980) revela y visibiliza las aportaciones y el legado de estas mujeres.
«Revelaciones» se podrá ver también desde septiembre de 2025 hasta enero de 2026 en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro (México).
La exposición ha sido concebida por la artista y su comisaria como un todo en el que las piezas de Marina Vargas, la mayoría realizadas exprofeso para la muestra, dialogan con los espacios y las obras de la colección del museo, así como con otros préstamos de instituciones como el Museo Nacional de Escultura. De este modo, se entiende como un conjunto inédito en el que entran en juego el espacio, la pintura, el dibujo, la escultura y el sonido.
La artista granadina – una de las voces más interesantes del arte contemporáneo-, junto con la comisaria, ha dividido la muestra en cuatro secciones, cada una de ellas presidida por una gran carta del tarot.
Cuatro secciones que comienzan en Palabra y Visión
La primera de ellas, Palabra, está protagonizada por una instalación en la que pueden leerse en lenguas de signos (española y universal) diferentes frases tomadas de distintas mujeres que han inspirado a la artista, desde teólogas feministas como Cynthia Bourgeault, a artistas como Hannah Wilke, personajes históricos como Juana de Arco y autoras como Kate Millet, así como lemas feministas actuales.
En el mismo espacio se encuentra la escultura Magdalena (2024), un par de manos unidas que forma un triángulo simbolizando el útero, gesto tomado de las movilizaciones feministas. Ambas piezas dialogan con la pintura Hércules en la corte de Onfalia (1537), de Hans Cranach, que reproduce una escena en la que las manos cobran especial relevancia.
La muestra continúa con el capítulo Visión, centrado en el proceso de la enfermedad. Todos los elementos de esta sala aluden al cáncer de mama que la artista padeció en el pasado y que ha marcado significativamente su trayectoria creativa: la serie Mère-Mer (2024), un conjunto de cangrejos que descienden por la pared (en alusión al símbolo astrológico de cáncer); Lo divino Femenino (2024), un tapiz con la Cruz de Camarga bordada, sobre el que descansa una serie de caracoles, utilizados para la lectura adivinatoria en la religión afrocubana y que forman parte del proceso creativo de Vargas, y Exvotos (2022), moldes utilizados para las sesiones de radioterapia cubiertos de oro. Esta sección concluye con la carta del Tarot de “El Mundo”, símbolo del renacimiento sin necesidad de morir.
La tercera sala, Cuerpo, está presidida por dos piedades invertidas: una de ellas, suspendida en el techo, se contrapone con otra craquelada en el suelo, que parece haber sido abierta para mostrar lo oculto y que es la última de la serie de siete que ha realizado la artista en la última década. Estas esculturas establecen un diálogo con La virgen del árbol seco (hacia 1465), de Petrus Christus, tabla en la que la Virgen y el Niño aparecen rodeados del Árbol de la Ciencia que, marchito desde el pecado original, vuelve a florecer tras la concepción de Jesús. Este espacio culmina con la cara del tarot de “La fuerza”, simbolizando a todas las mujeres triunfantes.
Cierra la muestra la sala Egipcíaca, dominada por la talla de Luis Salvador Carmona Santa María Egipcíaca (1734-1766), del Museo Nacional de Escultura. Esta última estancia, completamente negra, pone en diálogo la figura de la Egipcíaca con una fotografía de Vargas mastectomizada, Noli Me Tangere. La Incredulidad (2020), acompañada a su vez de la tabla La Magdalena (1477-1478), de Derick Baegert. Completan el itinerario una serie de dibujos de distintas cartas del tarot que la artista ha ido generando durante su proceso de trabajo. La voz de María Botto, que interpretó a María Magdalena en la película Resucitado (2016), lee el significado de cada una de ellas.
Para María Vargas esta es la exposición mas importante de su carrera artística «porque estoy hablando de un museo nacional y ha sido un proyecto en el que he trabajado casi un año intensamente con Semíramis. Voy a ir con ella a México, voy cruzar el charco gracias a la gestión del Museo con su director, Guillermo Solana, al frente y es un respaldo y apoyo para la internacionalización del arte español, sobre todo el de las mujeres.
«Todo parte de una pintura de la representación de María Magdalena en el descendimiento de Cristo, porque hablar de Magdalena es hacerlo de una mujer mal interpretada, mal entendida a la que se la han cargado todas las etiquetas, pero también es hablar de lo femenino divino y lo sagrado. También de la relación entre la mujer y el mundo místico. Empezamos una investigación en torno a su figura y te das cuenta de que heredamos patrones inconscientes de arquetipos de cualquier mujer que lucha o se posiciona frente a situaciones opuestas.
También estamos hablando de una época en la que existen teólogas feministas e investigadoras sobre el mundo sagrado y los divino femenino y en ese sentido Semíramis y yo hicimos una investigación para este proyecto y partimos de dos escritoras, Cintia Bourgeault y de Megan Waterson.
Ambas hacen análisis de todo lo que recogen los evangelios -de san Marcos, san Lucas, san Juan, san Mateo- y hacen comparativas, y en ningún evangelio se menciona que sea Magdalena prostituta, ni se dice que fuera ella la que sacara los siete demonios, y te das cuenta de cómo nos llegan a nosotras esas interpretaciones y cómo la figura de Magdalena es la figura a la que le cuelgan todos los sambenitos, cuando era una mujer que tenía conocimiento, que tenía palabra y que creyó en Cristo, al que acompañó en todo momento hasta la crucifixión y la resurrección».
«Para mí, Magdalena es todo el poder de lo divino femenino, del posicionamiento de romper el silencio, y la comparo con el ‘No te calles’ cuando te quieren quitar la palabra, o con el el ‘Yo sí te cre0′».
Para la comisaria Semíramis González, este proyecto es «una exposición inédita de Marina Vargas, pero también una profundización en muchas de las cuestiones que han configurado su corpus de interés artístico e investigativo durante toda su carrera. La ruptura del canon viene presentada no sólo por el hecho de nombrar a las mujeres ocultadas en lo sagrado (independientemente de la religión) sino también en su interés por desmontar las estructuras patriarcales en la historia del arte que han construido una imagen cosificadora de las mujeres, y que las han relegado a los márgenes del relato».
Fuente EFE
Portada: La Piedad invertida o la Madre muerta (negra), 2013, de Marina Vargas. Foto: Museo Thyssen Bornemisza.
