Por Marisa Plano
Los libros son un recurso imprescindible para el proceso formativo del niño, permite imaginar, descubrir, viajar y conocer sobre el mundo y la realidad que nos rodea.
La lectura es beneficiosa a toda edad. En el caso de los niños, además de estimular la imaginación, los ayuda a desarrollar el lenguaje y mejorar la capacidad de comprensión. Además, favorece el desarrollo cognitivo, memoria, creatividad, entre otros.
El gran pedagogo Paulo Freire afirma que la relación entre el texto y contexto se da a partir de una relación estrecha con el mundo. Representa un acto dialéctico entre conocimiento y transformación. Leer es dar cuenta del mundo, es apropiarse de él y dar cuenta en forma crítica de lo que sucede y de su dinámica.
La lectura ejercita nuestro cerebro: despierta vías neuronales, activa la memoria y enriquece nuestro vocabulario. Nos hace recordar, conocer y aprender. También despierta emociones: alegría, tristeza, cólera, miedo, sorpresa, amor. Podemos decir entonces que nos mantiene ocupados, entretenidos y distraídos.
La ausencia o carencia del hábito de leer nos hace menos libres, porque nos sustrae la posibilidad de estar preparados para saber elegir. Restringe, además nuestra experiencia vital al aquí y ahora, a los límites que nuestra existencia nos impone a lo que venimos y oímos a nuestro alrededor y hasta aceptar algo que ignoramos por no saber leer.
Los lectores se acercan a los textos con propósitos definidos: entretenerse, informarse sobre temas específicos y encontrar place, por el simple hecho de abrir un libro.
Recordá y tené presente que la lectura es un canal que abre paso a la adquisición del conocimiento y es, sin duda, uno de los mejores hábitos que se puede adquirir.
Marisa Plano
Lic. en Ciencias de la Educación
Fuente foto portada www.comunidadbaratz.com