Por Cecilia Taburet
La percepción de la imagen corporal se entiende como la forma en que nos percibimos a nosotros mismos, cómo configuramos nuestro cuerpo y la manera en que creemos que nos ven los demás; es decir, implica factores psicológicos, familiares, socio culturales y biológicos que determinan cómo se percibe subjetivamente cada uno, cómo piensan que son vistos y cómo ven a los demás.
En cada cultura existe un “ideal corporal” diverso: como dijimos, las relaciones con el propio cuerpo están fuertemente influenciadas por varios factores socio culturales.
Específicamente aún hoy en día se le otorga a la mujer el deseo de ser madre por el hecho de ser mujer y se le atribuye valoración social por eso. Esto explica que los mandatos sociales continúen generando malestar, sin posibilidad de hacerse preguntas singulares sobre el cuerpo, el deseo y la maternidad.
De esta manera, cuando la concepción no se da de modo natural, muchas mujeres lo experimentarán como una “herida narcisista” que afecta la percepción del propio cuerpo, a veces, percibido como “fallado”. Esto porque no puede naturalmente procrear.
Muchas personas y parejas deciden acudir a las técnicas reproductivas para ser asistidos por la ciencia. Pero esta decisión no es sin consecuencias, sobre todo, para la mujer: se prescriben una seguidilla de exámenes que parecen interminables y, como resultado, hay una intromisión fenomenal en el cuerpo. A esto es necesario registrarlo y reconocerlo para evitar focalizarse meramente en el “cuerpo reproductivo” y dejar por fuera el “cuerpo erógeno”, el cuidado del erotismo y placer más allá de la reproducción.
También se observa una sobreexigencia en torno a hábitos alimenticios y el ejercicio físico, que si se tornan “obsesivos” y estrictos, pueden generan aún más malestar.
Por otro lado, en algunas ocasiones, las dificultades reproductivas se convierten en una oportunidad para mejorar costumbres. Por lo tanto, la calidad de vida tiende a mejorar, pero siempre que se tome como un cambio de hábitos y no una exigencia y/o frustración. Poner todo el foco en el cuerpo biológico intervenido por la ciencia que se torna un cuerpo “transparente” dejará por fuera la subjetividad y las marcas.
En relación a los procedimientos de reproducción asistida, que implican sobrecarga hormonal, inyecciones y ecografías, pueden generar una desconexión con el cuerpo tornándolo a merced de la fecundación, desconociendo las marcas. Al referirme a “marcas” , señalo que no tienen que ver con lo estético, como descender o ascender de peso, sino en dejar de disfrutar de esa corporalidad que, además de ser un cuerpo orgánico, es un cuerpo erógeno con el cual se puede sentir placer.
En todas las situaciones se observan modificaciones en torno a la imagen corporal a partir del inicio de los tratamientos de reproducción asistida, así sea porque “dejan de mirarse”, de cuidarse, o por el otro extremo, un exceso en “reparar” algo del cuerpo con el fin de acelerar procesos y contribuir a la concepción.
Los cánones de belleza influyen en los modos de mirarse, aceptarse y reconocer los cambios corporales. La mirada del entorno también influye en la autopercepción y autoestima.
Luego de atravesar los tratamientos médicos comienzan a pensar en el cuerpo, a modificarlo y retomar o reconectar con el lugar de disfrute. Es muy importante intentar establecer un equilibrio entre conductas saludables y obsesiones y aceptar los posibles cambios propios de los procedimientos, para proteger la salud integral.
Fuente Ohlalá (somosohlala)
Foto portada Getty