(Por Mercedes Ezquiaga)
Un relato emotivo y visceral, honesto y desbordado por momentos: así es «Blanca, la niña que quería volar. 10 actos para conjurar el olvido», el libro que el actor chileno Benjamín Vicuña presentará el próximo sábado en la Feria del Libro, y en el que recorre el episodio más triste y doloroso de su vida, la muerte de su hija de 6 años, repasando los hechos tal como sucedieron y el camino recorrido para transformar ese dolor en algo más, en «una manera de poder empatizar con los otros, desde el amor», dice a Télam.
«La pérdida de un hijo es lo más traumático que puedes vivir. Es algo tan brutal, que produce un impacto en todo tu ser, en tu psiquis, en tu cuerpo, y uno se siente tan solo y devastado que de algún modo también muere», se confiesa el actor casi en el principio de este conmovedor libro publicado por Editorial Planeta, sobre la muerte -en 2012- de su hija Blanquita, fruto de su relación con la modelo Carolina «Pampita» Ardohain.
Con un prólogo a cargo del psicoanalista Gabriel Rolón, el libro se hilvana a través de diez capítulos -«Actos», como los llama el actor con larga experiencia en teatro, cine y televisión- cada uno de ellos destinado a abordar ese dolor impronunciable, desde perspectivas distintas, e incluye como corolario una entrañable y desgarradora carta que «Pampita» escribió a Blanca «pocos meses después de la partida de nuestra niña y generosamente cedió para este libro», cuenta el autor.
La obra contiene además cartas que Vicuña le dedica a Blanca, numerosas citas sobre el duelo de poetas, escritores y músicos -de Silvio Rodríguez a Gabriela Mistral o Gustavo Cerati-, además de reflexiones, pensamientos o acontecimientos, volcados desde lo más íntimo y herramientas que puedan ayudar a otros y otras a atravesar un duelo.
«Este libro es un desafío. En la palabra encuentro la manera de compartir una historia con muchas personas que sienten que su dolor es individual. Es una manera de poder empatizar con los otros en el dolor, desde el amor», explica Vicuña en una entrevista con Télam.
Es un relato por demás conmovedor -imposible no llorar o al menos lagrimear al leerlo-, honesto y apesadumbrado, donde el actor chileno expone por completo su vulnerabilidad, su tristeza y bronca, su llanto e impotencia, pero también abre espacio a la ternura compartida y alegría de haberla disfrutado: «Durante sus seis años fue siempre tan amorosa y tan cariñosa, tan especial, que todo ese tiempo fue como una larga despedida. Yo tenía fascinación con su pelo largo y ondulado, con sus rulos, esos rulos imposibles de olvidar. Amaba su piel, sus manitos y sus ojos, hacerle cariñitos en la nariz y llenarla de besos», escribe con ternura el papá de Blanca.
«Me costó mucho perdonarme», confiesa: «Durante un largo y oscuro periodo sentí que le había fallado, que no la había podido cuidar», añade Vicuña y cuenta que le hizo falta mucho tiempo «para que toda esa culpa por seguir viviendo, todo ese amasijo de sentimientos y emociones muchas veces contradictorios, se transformara». Porque de eso se trata en esencia el libro, de la transformación de ese dolor.
El texto no esquiva los lugares más complejos e incómodos de atravesar un pérdida, y de este modo el autor relata cómo fueron los días de internación de la niña -que murió en septiembre de 2012 debido a una neumonía hemorrágica desencadenada por una bacteria desconocida que contrajo durante unas vacaciones en México-, relata que debió vestirla para su funeral -una «pesadilla» a la que en principio se opuso pero finalmente accedió- o describe los primeros días de shock en que su esposa saltaba de la cama por las noches y buscaba desesperada por toda la casa a esa hija muerta.
Incluso, Vicuña dedica unas palabras a la separación de su matrimonio con la modelo, durante años una de las parejas más famosas de la farándula local. «En algún momento pude volver a pensar en nuestra separación con Carolina, aunque en eso no fuimos nada originales. En algún lado leí que después de la muerte de un hijo el 75 por ciento de las parejas se separan. Es porque es muy duro estar en ese círculo donde se retroalimenta el dolor. Tienes que brindarle consuelo a tu pareja y es imposible porque estás destruido, y a tu pareja le sucede lo mismo. No busco justificarlo, pero entiendo que también la tragedia nos separó», acotó.
«Es un libro testimonial Y tiene algunas citas de duelos, folclóricas, de la música, de la poesía. Hay también algunos pequeños ensayos míos, hay algunas cartas que le envié a mi hija. Hay fotografías. Creo que es un ejercicio honesto y quizás desbordado de una emoción y diez años de un proceso de transformación del dolor», detalló.
Luego de la muerte de Blanquita, de aquel fatídico día que describe como un antes y un después en su vida y la de sus seres amados, el intérprete chileno desarrolló lo que él llama «una relación epistolar con el cielo», una sucesión de cartas, de textos, de diferentes años, que dirige con su dulzura a la niña muerta. «Hoy es tu cumpleaños, 15 años, y es imposible no pensar en tu pelo largo. Subiré por tus trenzas solo para darte un beso. Solo te pido que bailes con tu papá una canción en medio de la eternidad», suelta el autor en una de las misivas.
«Este libro es un tributo a mi hija y una expresión desbordada y honesta de la experiencia que me tocó vivir. Una tragedia que me atravesó como un rayo y me dejó vacío. Me costó años asimilarla y de alguna manera sigo transitando el desierto, pero seguí viviendo. Habla del dolor pero también de cómo podemos transformarnos, de nuestras metamorfosis», se lee en el volumen.
Además de incluir fotografías de la pequeña Blanca, cada capítulo comienza con citas a diferentes autores y allí van apareciendo Rainer María Rilke, Gustavo Cerati, Roland Barthes, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Joan Didion o Byung-Chul Han, en la mayoría de los casos con referencias que hablan de la muerte y el duelo.
«La lectura siempre ha sido parte de mi vida, sin embargo en este proceso pasó a ser una herramienta fundamental. Tanto la lectura como la terapia y la amistad son elementos fundamentales en el proceso. Este libro es un resumen, creo, de todo lo que aprendí y lo que pude ver y entender», asegura.
«La pelea con Dios», «Ese maldito día», «Ritos», «La vida después», «Los aniversarios», son algunos de los títulos de los diez capítulos que el actor aborda para narrar el pasado y el presente, para exorcizar el dolor, para transformar el recuerdo y para no olvidar, y donde confiesa que a veces se siente como un «embajador del dolor».
Para Vicuña, el libro encierra las herramientas que le sirvieron «para iluminar noches oscuras»: «Espero que pueda servirle a alguien. Que quienes están atravesando una pérdida, viviendo un duelo, sufriendo o acompañando, puedan encontrar en estas páginas algo de alivio y la esperanza de saber que el dolor se transforma» aunque también admite que «nada nunca será igual».
La palabra escrita aparece entonces como una de las principales herramientas que el actor chileno encontró en este doloroso proceso, y así lo revela en cada una de las dulces y emotivas cartas que escribe a Blanca y que se suceden en el volumen de principio a fin: «Solo escribo para detener ese tiempo. Escribo para ver si te quieres cambiar el disfraz por uno de estrella fugaz, para verte más cerca. Para saber si estas cartas llegan y si cuando titilas en la noche, es porque escuchas mis rezos», escribe para despedirse con la fé en «el abrazo eterno que algún día nos daremos».
Vicuña se presentará en el Feria del Libro el próximo 13 de mayo, a las 16, para firmar ejemplares de su libro. Será en el stand de Planeta, el sello que publicó la obra.