Por Sergio Arboleya
Inés Cuello estrenará el martes en Buenos Aires y el fin de semana en Bariloche su reciente cuarto disco, “Mi ciudad y mi gente”, que desde el título y dos de sus canciones funciona “como suerte de homenaje a Eladia Blázquez y también para traerla al presente como mujer que abrió caminos en el tango porque sigue siendo difícil la búsqueda de igualar derechos y oportunidades”, asegura la cantante.
“Eladia tuvo un rol muy central y esencial en lo que fue el desarrollo de la presencia femenina en el escenario del tango, irrumpiendo en un momento en el cual no había espacios habilitados, sobre todo, para mujeres compositoras”, resalta Cuello durante una entrevista con Télam.
La estupenda intérprete que junto al pianista Pablo Fraguela presentará formalmente “Mi cuidad y mi gente”, el martes desde las 20 en el porteño Teatro Picadero (Pasaje Discépolo 1857), subraya que “Eladia abrió un camino que sigue siendo difícil en la búsqueda de igualar derechos y oportunidades y me sirvió para poner sobre la mesa cuestiones que me atraviesan y que son motivo de ebullición”.
“Yo misma en las casas de tango for export -ejemplifica- tenía un sueldo 30% menor al de mi compañero varón que cantaba exactamente la misma cantidad de canciones que yo”.
La serie de actuaciones locales del álbum continuará el fin de semana en Bariloche cuando la dupla Cuello-Fraguela anime allí una nueva edición del festival La Canción Sin Fin brindando el taller “Secretos de fabricación” (el sábado 25 a las 11 en el Colegio Amuyen del barrio Virgen Misionera) y sonando el domingo 26 desde las 19.30 en el Camping Musical Bariloche junto al dúo local Vino en Copla (Valeria Giraudo y Demián Príncipe).
En el futuro cercano, Inés aspira a que este cancionero que la define hoy pueda cantarlo en Europa, continente donde entre fines de octubre e inicios de noviembre protagonizará cinco funciones de “María de Buenos Aires” en la ciudad de Ginebra (Suiza).
Dueña de una voz privilegiada, la artista bonaerense nacida en 1989 en Carlos Tejedor y criada en Bragado había mostrados sus pergaminos en escenarios y en los registros de “Sueño de juventud” (2011), “Canciones del sur” (2015) y “Gardel” (2021) -junto a La Grela Quinteto de Tango-, pero confiesa que con “Mi ciudad y mi gente” “plasmo una foto muy honesta de la búsqueda de que mi canto y mi sonoridad hablen de mí”.
La placa, concretada a través de financiamento colectivo y publicada digitalmente a través del sello independiente paranaense Shagrada Medra, tiene una segunda pieza firmada por Blázquez (“El corazón al sur”) y otro par de autoría de María Elena Walsh (“Barco quieto” y “Los ejecutivos”).
«Yo escuchaba María Elena Walsh cuando tenía tres o cuatro años y que creo que fue ella quien, a través de sus canciones infantiles, me llevó a fascinarme con la música. Con el tiempo fui descubriendo a una artista muy necesaria que siempre desde un lugar de mucha honestidad nunca subestimó a las infancias y construyó una obra para ser escuchada por todas las personas. También siento que María Elena fue un poco para mí una puerta de entrada a las luchas femeninas», resalta.
La decena de estaciones del repertorio se completa con dos tangos tradicionales (“Tristezas de la calle Corrientes”, de Homero Expósito-Domingo Federico; y “Fruta amarga”, de Homero Manzi-Hugo Gutiérrez) y nuevas composiciones: “Va siendo tiempo” (de y con Carlos “Negro” Aguirre), “Cuando florezca el abrazo”, de Candelaria Rojas Paz-Pablo Fraguela, con la participación de Flor Bobadilla Oliva), “La negadora” (Victoria Morán) y “Un patio” (Ramiro Gallo).
Télam: ¿Cómo nace “Mi ciudad y mi gente”, tu disco más personal hasta ahora?
Inés Cuello: Surgió a partir de las ganas de dejar constancia y dejar registro de lo que veníamos haciendo con Pablo Fraguela durante todo el año 2022 en distintos conciertos con un repertorio que me representa mucho, que habla mucho de mí, después de tanto tiempo de cantar tango por export en casas de tango y tener poco margen para elegir el repertorio que quería. Así que organizamos una campaña de financiamiento colectivo porque no teníamos muchos recursos para concretarlo y el público nos ayudó a conseguir esos fondos y 15 días después entramos al estudio de grabación en un proceso muy vertiginoso que nos puso muy contentos.
T: ¿En qué momento aparece Shagrada Medra, un sello autogestivo más ligado al folclore, como plataforma de lanzamiento?
IC: Fue un ofrecimiento del “Negro” Aguirre a quien no conocía personalmente y se enteró por las redes sociales de este disco donde, casualmente, teníamos una versión de su chacarera “Va siendo tiempo” que integró el repertorio de nuestros recitales del año pasado porque ni bien la escuché, me pareció algo muy diferente a lo que a lo que suele aparecer y me conmovió muchísimo, seguramente por tratarse de una creación de un compositor y escritor maravilloso que se sumó a la versión grabada y también nos acompañará el martes en El Picadero.
T: Ramiro Gallo es parte del colectivo artístico de Shagrada Medra ¿la presencia de “Un patio” también fue azarosa?
IC: Sí, totalmente. “Un patio” es un tango que conocí en mis clases de canto, porque al mismo tiempo dos alumnas lo trajeron para trabajarlo en las clases y en él hallé una atmósfera que me llevó inmediatamente a mi patio de infancia que es el de la casa de mi abuela en el pueblo de Timote (a 18 kilómetros de Carlos Tejedor, donde nació y vivió hasta los seis años) que es un espacio muy significativo para mí.
T: ¿Fue en ese patio donde empezaste a cantar?
IC: No. Cuando nos mudamos a Bragado empecé a investigar la música como un modo de expresión en una casa sin artistas pero donde la música sonaba todo el tiempo y se escuchaba mucho Pink Floyd, Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat, María Elena Walsh, Mercedes Sosa…
T: Nada de tango…
IC: Nada de tango. El tango fue un flechazo personal y lo empecé a cantar a los 12 años a partir de que llamara la atención “Sueño de barrilete” que es una cosa extraña porque es un tango tenso de escuchar y yo no podía comprender que hablaba del desamor. Pero desde ahí hubo como un acercamiento y me metí en los clásicos “Naranjo en flor”, “Como dos extraños”, “Nostalgias”, “La última curda”, “Los mareados, sin tener idea de qué trataban pero los cantaba con sentimiento como si pudiese intuir que los iba a entender en algún momento.