Cine

El filme «Hija» trabaja sobre la tensión de una lacerante ausencia que define un ominoso presente


Por Hugo Sánchez

“Hija”, la nueva película de Martín Desalvo que llegó a la cartelera comercial, es un relato de suspenso centrado en una adolescente que vive con su padre en una casa enclavada en el monte misionero, cuya madre falleció tempranamente en condiciones nunca aclaradas.

Desalvo, que regresa a Misiones en donde ya había ambientado “El silencio del cazador” (2019), centra la historia en Juana (Jazmín Esquivel) y su padre (Bruno Vásquez), que luchan para salir adelante con el único recurso de la fabricación de carbón en un horno casero, apenas se hablan y mientras que él se refugia en el alcohol y el mutismo, ella parece encontrar algo de alivio al agobio diario en recurrentes escapadas a fiestas con otros jóvenes.

Sobre la historia pende la ausencia de la madre de Juana, quien poco a poco y ayudada por la certeza que la misteriosa casa en ruinas que visita en el medio de la selva tuvo algo que ver con la tragedia que la atraviesa, dirige su enojo hacia su padre, de quien sospecha, tuvo un rol funesto en su muerte.

En comunicación con Télam, Martín Desalvo cuenta que la película parte del cuento “El hijo”, de Horacio Quiroga, que “tiene esa maravillosa capacidad de transmitir emociones a partir de una situación fantástica”, asegura el director de” El día trajo la oscuridad”, “El padre de mis hijos” y “Unidad XV”.

“Al poner a una mujer en ese mundo parco y desolador, de trabajo arduo, hizo que se complejizara la actitud frente a la vida de Juana, dándole más elementos de conflicto”, señala el realizador sobre la adaptación que reemplazó al niño original del texto de Quiroga por una adolescente.

La película, que también cuenta con la participación de la actriz Mora Recalde, tiene guion de Desalvo junto a Francisco Kosterlitz.

Télam: ¿Cómo llegaste a la decisión de adaptar un texto de Horacio Quiroga?

Martín Desalvo: El proyecto surge por una combinación de situaciones. En el 2016 con Francisco Kosterlitz estábamos en plena investigación para desarrollar el guion de mi anterior película, «El silencio del cazador» en la provincia de Misiones. En ese entonces se supo que iba a largar una convocatoria para películas de bajo presupuesto del Incaa y el productor nos pidió si teníamos algo que se pudiera presentar.

Con Francisco nos pusimos a pensar posibilidades y entre las referencias de textos que teníamos nos encontramos con ‘El hijo”, un cuento corto de Horacio Quiroga. El texto tiene esa maravillosa capacidad de Quiroga de transmitir emociones a partir de una situación fantástica, que es el germen desde donde me gusta partir cuando trabajo con el género. Entonces decidimos por hacer una adaptación, bastante libre por cierto. El resultado fue un guion sólido e inquietante que obtuvo el premio.

T: La película tiene como eje un misterio por resolver que se origina en una tragedia seminal. ¿Cómo fuiste llegando a esa conjunción de elementos que tiene a la naturaleza como un protagonista más del relato?

MD: Eso es algo maravilloso que tiene la provincia de Misiones y también es una de las particularidades que hacen tan especial la obra de Quiroga. Cuando estábamos allá visitamos su casa y entonces imaginamos y comprendimos la verdadera dimensión de lo que debe haber sido vivir en esa época en el medio de la selva, la maravillosa complejidad del “monte”, como lo llaman los lugareños. Internándose en la selva es imposible no sentir la energía vital que emana de ese lugar y lo difícil que es vivir en ese entorno. También es notable como en la cosmogonía del lugar está afianzada una visión espiritual de esa selva, que está llena de mitos y leyendas que son parte esencial de la vida y las creencias del lugar.

T: El medio y las difíciles condiciones de vida determinan la conducta de los personajes. ¿Cómo fue el conformándose esa naturaleza hosca de la protagonista, que busca respuestas en una edad conflictiva como es la adolescencia?

MD: En el cuento de Quiroga, el protagonista es un niño unos 12 años. A nosotros nos pareció mas interesante que sea un adolescente, justamente por la conflictividad de la edad que es donde uno está enroscado en la búsqueda de su identidad y su destino. La idea de que sea una mujer en vez de un niño fue de Mora Recalde y esto hizo que el guion de un giro todavía mas interesante. Al poner a una mujer en ese mundo parco y desolador, de trabajo arduo, hizo que se complejizara la actitud frente a la vida de Juana, dándole más elementos de conflicto. La elección del oficio del padre, el hacer carbón vegetal también fue fundamental a la hora de encontrar un camino para trabajar con verdad esas conductas.

T: ¿Cuáles son las principales características de Jazmín Esquivel, Bruno Vásquez y Mora Recalde para que protagonicen la película?

MD: Los tres tienen diferentes características y fueron elegidos por distintos motivos. Pero si tuviera que definir en una sola cualidad que los englobe a los tres diría que son excelentes actores lxs tres. Su nivel de compromiso, la manera de poner el cuerpo y el alma en su trabajo y la forma en que logran transmitir verdad y emoción en sus composiciones, son un factor común que hicieron que sean el corazón emocional de la película.

La película corre sobre el género policial pero también aborda ciertas particularidades que tiene que ver con lo no revelado e incluso con lo fantástico. T: ¿Cuáles son tus referentes del cine o la literatura a los que recurrís a la hora de contar lo que querés contar?

MD: Soy consciente de ese cruce de géneros y me parece que es un hermoso vehículo para transmitir emociones, entretener al espectador y a la vez hacerlo reflexionar. Me interesa hacer un cine que mezcle lo fantástico y lo dramático, nos haga pensar y nos interpele como personas. Desde ese lugar, tengo muchos referentes y en este proyecto en particular, además de la obvia influencia de Quiroga, se me aparecieron algunas cuestiones de tono o estilo narrativo que podrían estar relacionadas con Lucrecia Martel, Luis Buñuel o incluso el austríaco Michael Hanneke. Pero intento siempre contar desde mi propio punto de vista para lograr una película personal con una mirada y un universo propio.