POR GABRIELA NAVARRA, RED ARGENTINA DE PERIODISMO CIENTÍFICO
Los nacimientos por cesárea aumentan en todo el mundo. Y la Argentina no es una excepción. Guillermo Carroli, director del Centro Rosarino de Estudios Perinatales (CREP), indica que entre el 35 y 40% de los partos del ámbito público de nuestro país son de este modo. «Conocemos esa cifra porque los hospitales reportan los nacimientos al Sistema de Información Perinatal (SIP). Del nivel privado no hay reportes, pero pueden alcanzar el 70 por ciento», dice Carroli, médico obstetra e investigador.
Para desentrañar esa constelación de factores es que el CREP -una institución argentina de gran prestigio, colaboradora de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- lleva adelante la investigación «Uso adecuado de la cesárea mediante la toma de decisiones de calidad por parte de mujeres y profesionales de la salud» (Quali Dec), que se propone diseñar, implementar y evaluar intervenciones no clínicas dirigidas simultáneamente a profesionales de la salud, a mujeres y a instituciones de salud para reducir las cesáreas innecesarias en cuatro países: Argentina, Burkina Faso, Tailandia y Vietnam.
«Durante varias décadas se consideró que la tasa poblacional de cesáreas no debía ser mayor al 15 por ciento -afirma Ana Pilar Betrán, Oficial Médico de Salud Natal y Perinatal de la Organización Mundial de la Salud (OMS)», en charla con Télam-Confiar desde Ginebra, Suiza.
Y añade: «En 2015 la OMS volvió a revisar la evidencia y concluyó que no se puede indicar ninguna proporción de cesáreas ideal, pero que cuando hay tasas del 40 o 50% es obvio que existe una sobreutilización. Y por muchos motivos: es un problema multifactorial en el que intervienen factores asociados a los médicos, a las mujeres, al sistema de salud».
En nuestro país, el Quali Dec abarca 8 maternidades y hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires (CABA): Sardá, Fernández, Piñero, Santojanni, Vélez Sarsfield, Argerich, Ramos Mejía, Álvarez.
El trabajo, que consiste en aplicar 4 intervenciones no clínicas en la atención de los embarazos y el parto, continuará hasta mediados del año próximo para evaluar si la tasa de cesáreas iniciales disminuyó, se mantuvo o aumentó.
«La primera intervención consiste en ofrecer información a las mujeres durante el embarazo sobre los beneficios y riesgos del parto vaginal y la cesárea, algo que reforzamos con un folleto especial que entregamos a cada una de ellas -explica Carroli-; en segundo lugar, se realizan auditorías y retroalimentación entre los profesionales para determinar si las cesáreas estuvieron bien indicadas; en tercer lugar, se garantiza que la mujer esté acompañada durante todo el trabajo de parto (vaginal o por cesárea) por una persona de su elección (algo previsto en la Ley de Parto Respetado, ver recuadro) y, en cuarto lugar, se designa un investigador principal o líder de opinión en cada hospital para que los partos sean conducidos según guías clínicas basadas en la evidencia.»
«La cesárea es una cirugía abdominal mayor, la más practicada en el mundo -puntualiza Ana Pilar Betrán-. Hay mucha desinformación y manipulación, de ahí que las mujeres piensen que en el parto vaginal los riesgos son mucho mayores, que la cesárea no va a doler, que es ciento por ciento segura, que no tiene ninguna repercusión ni para la madre ni para el bebé. Hay indicaciones de cesárea, pero no podemos asustar a todas haciéndolas temerosas del parto vaginal. Los dolores de parto son reales. El parto es una condición fisiológica, hay un proceso neurohormonal que prepara a la mujer para optimizarlo. Sin embargo, a las mujeres se les lava el cerebro, se les dice que el dolor del parto es de las épocas de las cavernas y que es mejor evitarlo con una cesárea».
Carroli afirma que otros factores que contribuyen al incremento exponencial o continuo de las cesáreas son el retraso de la edad en que las mujeres se embarazan, la obesidad y otras condiciones de salud de las futuras mamás, los embarazos múltiples, los temores (de los médicos) por juicios de mala praxis.
Sin embargo, Betrán advierte que aunque la mayor parte de esos juicios no llegan a nada, pero que hoy en día, con la difusión en redes sociales, las mujeres se expresan y el temor es que pueden arruinar la reputación del médico.
Y añade que «estamos pagando las consecuencias de nuestro propio perfeccionamiento: las cesáreas son mucho más seguras que hace 30 años, pero creemos que son mucho más seguras de lo que son. Bajó la tasa de complicaciones, pero complicaciones sigue habiendo: dolor post parto, más riesgo de mortalidad, infecciones, ingreso a terapia intensiva, hemorragias, transfusiones, más tiempo de internación, ruptura uterina en el siguiente embarazo, placenta previa, placenta ácreta. En los bebés, aumenta el riesgo de prematuridad, alteraciones de la inmunidad, problemas respiratorios como el asma, infecciones a largo plazo».
¿La cesárea da ventajas al médico? «No hay que mirar las ventajas al médico sino a la mujer -sentencia Guillermo Carroli-. La cesárea, cuando está indicada, es una intervención quirúrgica que puede salvar la vida de la madre y del hijo. Hay muchos factores que pueden justificarla: placenta previa, hemorragia, presentación pelviana, niño macrosómico (más de 4 kg), madre diabética descompensada, sufrimiento fetal, eclampsia, embarazo múltiple.»
«La cesárea sí da ventajas al médico -asegura Débora de Grazia, licenciada en Obstetricia del hospital Junín de los Andes, en Neuquén, e integrante de Red de Acceso al Aborto Seguro (Redaas)-. En lugar de despertarlo a las 3 de la mañana con trabajo de parto y que tenga que esperar su evolución, se arregla directamente día y hora. Cuando esa espera no es respetada por los médicos la mujer es transformada en una paciente que atravesará una cirugía mayor, que padecerá consecuencias resultado de una intervención muchas veces innecesaria, que en esos casos se considera violencia obstétrica».
En Argentina, el reembolso para la atención por partos vaginales y por cesárea es el mismo. Sin embargo, «no es una solución pagar lo mismo -advierte Ana Betrán-. Porque ante la misma ganancia, el parto vaginal son en promedio 12 horas y la cesárea 25 minutos. Son factores que se pueden encontrar descriptos en la literatura médica y en estudios cualitativos».
Débora de Grazia afirma que las licenciadas en obstetricia están formadas para hacer acompañamiento del embarazo, el trabajo de parto, el parto y el puerperio a las embarazadas de bajo riesgo y que, en casos de mayor riesgo, su tarea es derivar al especialista y formar equipo con el obstetra para seguir ofreciendo ese acompañamiento.
«Está demostrado que las mujeres acompañadas por obstétricas tienen menos cesáreas -advierte-. Pero en la Argentina falta una ley que homologue el ejercicio profesional de la obstetricia: hay una enorme fragmentación, y en muchos lugares, a pesar de cursar una licenciatura de 5 años, con residencias y concurrencias, somos tratadas como una auxiliar».