Plumas femeninas

«El resto del mundo piensa que somos rubios y perfectos, y no es la realidad»


Por Carlos Daniel Aletto

La desaparición en un jardín de infantes de un niño de cinco años es el disparador de la nueva investigación que debe realizar la detective Mina Dabiri en «La secta», la nueva novela de la exitosa escritora sueca Camilla Läckberg en coautoría con el mediático Henrik Fexeus, donde retoman al personaje de «El mentalista», Vincent Walther, para que junto a la detective solucionen el caso del chico que conmueve a Estocolmo, ya que «siempre nos gustó sentirnos con miedo en un lugar seguro», confesó la autora.

«Suecia es un país muy seguro y en calma. El resto del mundo piensa que somos rubios y perfectos, y no es la realidad. No es una sociedad perfecta» dijo Läckberg en una conferencia virtual de prensa junto a su amigo el mediático y mentalista Henrik Fexeus, con quien coescribió la serie que ya lleva más de cien mil ejemplares vendidos en su país.

En una entretenida y amistosa conferencia de prensa, ambos, compinches en sus miradas, respondieron preguntas a más de cincuenta medios latinoamericanos sobre su nueva novela, «La secta», donde Estocolmo «es un personaje más», como aseguró la autora, que les permite explorar el inquietante mundo de las sectas, terreno de cultivo perfecto para una trama criminal, y principal quebradero de cabeza para los protagonistas.

«Suecia es un país con una tradición que nos ha dejado la vara muy alta», explicó Läckberg el éxito del policial negro escandinavo. Junto a Fexeus prometieron con su primera novela «El mentalista», publicada en 2022, iniciar una serie de novela negra. Aquella primera entrega no solo fue elogiada por la crítica, sino que fue un éxito internacional de ventas. En todas las lenguas vendió más de un millón de ejemplares. Con este mundo de lectores, el mentalista Vincent y la detective Mina regresan ahora en «La Secta» publicada por Planeta en simultáneo en toda Latinoamérica.

En conjunto y con el asesoramiento de policías de la ciudad ambos escritores construyen la historia en la que una tarde Fredrik Walthersson, el padre de Ossian, decide que su hijo de cinco años debe regresar a casa un poco antes de lo habitual. El joven padre va a la guardería a recoger a su niño, con una bolsa de plástico en la mano. Dentro lleva piezas de Lego Technic para construir un auto.

Pero cuando llega los maestros del jardín de infantes en realidad no saben dónde está el niño. Hay varias posibilidades y, cuando se investigan, todos se dan cuenta de que Ossian se ha ido. La niña que jugó con él la última vez dice que vino una señora. La extraña le dijo que tenía algunos cachorritos en el auto que a Ossian le gustaría ver. La niña también quería acariciarlos, pero no fue invitada.

Läckberg, a la pregunta de Télam sobre cómo escribir una historia de niños torturados, secuestrados y asesinados siendo madre de cuatro hijos, respondió que ella lleva veinte años siendo madre y veinte años escribiendo sobre niños: «Siempre se escribe sobre los miedos. Mi terror es que le pase algo a ellos. Se necesita sentir miedo, pero estar en un lugar seguro, es algo que necesitamos».

Fexeus agregó que «solo es tinta sobre un papel, somos los que manejamos los títeres, no empatizamos con los padres y madres. Yo no me asusto, pongo distancia», dijo, por su parte.

La personaje detective Mina Dabiri y el resto del departamento de homicidios deben resolver pronto la desaparición del niño: el tiempo es esencial cuando se trata de un secuestro. Pero no hay rastro de la señora que se llevó al niño. Los siguientes días pasan demasiado rápido y se hace un triste descubrimiento en un parque. Hay mucha semejanza con otro caso que tiene algún tiempo detrás: una niña pequeña que fue secuestrada y luego encontrada asesinada.

En «La secta» han pasado dos años desde la última vez que Mina vio al mentalista Vincent Walther, y ella supone, de nuevo, que él será el mejor experto externo para traer y resolver el caso. Pero inicialmente es rechazada. El resto del equipo cree que deben contar con la ayuda de un gurú empresarial, ya que el procedimiento en los asesinatos estaría relacionado con una secta enmascarada en una empresa de autoayuda.

Para leer este segundo volumen de la serie sobre la detective Mina Dabiri y el mentalista Vincent Walther y otros personajes principales, entre los cuales habrá una muerte que no pudieron evitar (confesaron los autores durante la charla), no se necesita leer el primer título, aunque aclaran que si se lee «El mentalista» es «mucho mejor», porque hay historias que se relacionan y personajes que cobran más valor al leer la serie. Por ejemplo, al leer el primer volumen de la serie se conocen las peculiaridades que caracterizan a Mina y Vincent, quienes, sin embargo, han sido atenuados un poco por su violenta fobia a las bacterias en comparación con el primer volumen.

En «El mentalista» hay una fuerte construcción del personaje que le da nombre al libro en español, Vincent, aunque deja historias que cierran en esta nueva entrega, en la cual el pasado de Mina está más presente. «En la tercera sabremos que pasó con el ex de la protagonista» indicó la autora, luego de decir que estuvo casada siete años con un policía. «Las cosas que hace una para dar verosimilitud a la literatura» bromeó sobre ese vínculo.

Por su parte, Läckberg contó que «antes de escribir hablamos de la familia» y «eso se traspasa al libro, son nuestros miedos. Estos miedos se remontan a la cueva y la hoguera, a los relatos escalofriantes junto al fuego, porque siempre nos gustó sentirnos con miedo en un lugar seguro».

Los autores confiaron que tuvieron varias ofertas para llevar la serie a la pantalla, pero todavía no han resuelto con cual cerrar la realización del traspaso de los libros al cine.

A pesar de las 752 páginas del libro la historia se desliza con facilidad y ellos no se «sienten culpables de la escasez del papel» cuando le preguntan sobre el tema, ni siquiera con haber vendido un millón de ejemplares. La directora de Planeta Internacional, Elena Ramírez, quien ofició de intermediaria entre los periodistas y los escritores, explicó en ese momento que ellos imprimen con «mucha responsabilidad».

Cuando un periodista le preguntó a Läckberg si cree que la Academia de su país le pudiera dar el Nobel de Literatura a ella o algún representante de la novela negra, la escritora respondió convencida: «Yo nunca voy a recibir ningún Nobel de ninguna índole. Ese premio se entrega a las personas que con su escritura cambia de alguna forma el mundo o la literatura. Esa no es mi intención. Yo tengo una misión más modesta: entretener».