El eje cerebro-intestinal y la microbiota, conocida como flora intestinal, son dos temas centrales para la salud humana que están en estudio y «se está empezando a ver que la microbiota tiene impacto sobre el sistema nervioso central», explicó a Télam el jefe del Servicio de Gastroenterología de la Fundación Favaloro, Fabio Nachman.
«Hay una interconexión neuronal a través del sistema nervioso central y el tubo digestivo, que es el eje cerebro-intestinal, y hay otras conexiones como la microbiota, que genera metabolitos que van por la vía sanguínea y pueden tener impacto también en el sistema nervioso central», detalló el especialista.
El aparato digestivo tiene una cantidad de neuronas muy importantes con funciones distintas de lo que es el sistema nervioso central con una cantidad similar a las del cerebro o cerebelo, agregó.
La microbiota colabora con muchas funciones como la síntesis de vitaminas y neurotransmisores. Está integrada por unos 40 trillones de microorganismos bacterias, virus, hongos, arqueas y protozoos, que superan ampliamente a los 30 trillones de células propias que tiene nuestro cuerpo.
«La microbiota depende de nosotros y nosotros dependemos de ella, es una simbiosis. Y existe en distintas partes del organismo, la más representativa es la del tubo digestivo», sintetizó Nachman.
También se están estudiando otras entidades vinculadas al deterioro cognitivo como Alzheimer, esclerosis múltiple y Parkinson.
«Se está empezando a ver que la microbiota tiene impacto sobre el sistema nervioso central. Se está estudiando a nivel probiótico, pero tiene que ver con el estilo de vida y la alimentación», concluyó el médico.
Los alimentos que favorecen la diversidad de la microbiota son los que tienen fibra: verdura, frutas, semillas, frutos secos, legumbres, los integrales.
También alimentos fermentados como yogur, el kéfir, la kombucha, el chucrut, el kimchi, y los probióticos realizados en laboratorio con bacterias en cantidades determinadas.