El pueblo judío celebra este miércoles 5 de octubre, según el calendario gregoriano, el día más sagrado: Yom Kippur o Día del Perdón o de la Expiación. La celebración comenzó ayer martes, con la aparición de la primera estrella, y concluirá esta noche. Pero, ¿qué es Yom Kippur? ¿Qué significado tiene para el pueblo judío e incluso también, por qué no, para la humanidad? Para el pueblo hebreo es la ocasión de reconciliarse con Dios y con el prójimo; arrepentirse de los actos malos cometidos; es el momento de pedir perdón y perdonar.
Yom Kipur es un día de ayuno y oración, y es la culminación de días de introspección en los que podría decirse que cada persona del pueblo se pregunta: ¿qué hice?, ¿quién fui?, ¿qué hago?, ¿quién soy?, ¿quién quiero ser y hacer?
Lo cierto es que todos en este mundo deberían tener su Yom Kipur: ¿Qué hice? ¿Qué quiero hacer con mi vida? ¿Cómo puedo hacer mejor la del prójimo? ¿Cómo puedo ayudar a este mundo asediado por el mal y hacer un poco mejor la vida de todos los seres vivos? Todos deberían aceptar que ninguno es infalible y que, por lo tanto, se debe pedir perdón y estar dispuesto a perdonar.
Para los creyentes, sobre todo, reconciliarse genuinamente con Dios, la Fuente de Todas las Cosas, se convierte en un acto determinante y trascendental. Está, por otra parte, la necesidad importante de perdonarse a uno mismo, de dejar la culpa atrás, sepultarla para siempre. El sentimiento de culpa es solo la vía requerida para el arrepentimiento y una vez producido este la culpa ha dejado de tener sentido y en lugar de una vía para la vida se transforma en un lastre para el hundimiento de la persona ¿Acaso soy yo más importante que Dios, quien perdona, como para no perdonarme a mí mismo?
Por supuesto, cada líder del mundo, cada dirigente político, cada persona con determinado poder debería también tener su Yom Kipur. El mundo entero está saliendo recién de una pandemia que ha costado algo más de seis millones de muertes. Durante los días más duros de esa catástrofe algunos se preguntaban si después de esa tremenda y angustiante situación la humanidad cambiaría. Pues no, lamentablemente la humanidad como tal no ha cambiado. Una guerra que amenaza con extenderse sucede en estos días; las potencias se amenazan, movilizan hasta sus armas nucleares; el medio ambiente está siendo devastado con desmontes, contaminación y todo por el vano afán de más oro y poder, como si los autores de tales avasallamientos no fueran finalmente atrapados por la muerte ¿Piensan acaso que llevarán algo al otro mundo? ¿Creen que de veras los faraones, que eran enterrados con oro y bienes, disfrutan de ellos allí donde estén sus espíritus?
Esta codicia es la causa de tanta pobreza en el mundo; de tanto hambre que padecen niños, mujeres, hombres, gente naturalmente buena e inocente; de tanta devastación forestal, animal y ambiental; de tanto sufrimiento y lágrimas que corren por la faz de la Tierra.
Sí, el mundo necesita un Yom Kippur y un cambio profundo para una vida mejor de todos.