Por Ariel Wolman* .
(especial para NA) — «Como te ven te tratan, si te ven mal te maltratan y si te ven bien, te contratan», dice Mirtha Legrand, a modo de consejo, cada vez que culmina su programa.
Pero, ¿qué pasa cuando te ven y cuesta creer lo que se está viendo? Eso es lo que nos sucede a la mayoría de los televidentes, cuando observamos cómo, a pesar del paso de los años y las décadas, nuestra reina de la televisión sigue conduciendo con tantas ganas, amor y, sobre todo, lucidez. Porque, hay que decirlo, nuestra gran diva tiene 95 años. Si, leyó bien, 95.
«La noche de Mirtha» (El Trece) duró en este primer programa dos horas.
Pero el esfuerzo de la conductora no requirió solo de ese tiempo, claramente. Ya desde el lunes se ocupó junto a la producción de elegir los invitados para el debut.
Durante toda la semana estuvo pendiente del vestuario que usaría, el tema del maquillaje, cómo sería el decorado en el nuevo estudio, ubicado en Martínez, y la información sobre cada uno de los que participarían de su «mesaza».
Las horas previas no fueron fáciles para Mirtha. Este regreso a la televisión la llenó de emoción pero también de mucho nerviosismo por ver cómo se sentiría frente a la pantalla y con sus invitados.
Es más, minutos antes del comienzo de la grabación, le costó salir a escena. Parece mentira que una diva con más de 55 años de tele, y varias películas en su haber, tuviera miedo.
Pero esa es la prueba de su grandeza, entrega su corazón en cada programa. Hay conductores que suelen hacer sus programas en piloto automático: llegan, hacen su gracia y se despiden.
Su caso es distinto. Su ciclo fue, es y será su motor de vida, lo que más la hace feliz. Pero, más allá del miedo, una vez que se encendió la cámara todo fluyó, y Mirtha fue Mirtha.
No fue la misma de siempre, claramente. Le costó más que en años anteriores.
¿Pero acaso los jugadores de fútbol, cuando vuelven de una larga inactividad responden como antes? ¿Cómo le podemos pedir a Mirtha, a sus 95 años, que sea la de siempre? .
«Bastante esfuerzo hago, mierda carajo», diría ante las críticas de los que dicen que está un poco lenta. ¡Y tiene razón!.
El programa comenzó a las 21:29 hs con un breve clip con lo que sucedió en los últimos años en los que nuestra vida -y obviamente la de la diva- se vio afectada por la pandemia del Covid-19.
Luego sí apareció ella, con un vestido de alta costura de Iara, de seda natural, color marfil.
«Querían que ´La Chiqui´ vuelva, y acá estoy. Tanto lo pidieron, y ´La Chiqui´ volvió», dijo en el comienzo.
Luego llegó el turno de los invitados. La mesa tuvo un poco de todo: Moria Casan con su pareja, Fernando «Pato» Galmarini, «el Puma» José Luis Rodríguez y Ángel Baby Etchecopar.
Y más allá de las risas, el contrapunto entre el periodista y el ex funcionario, por el peronismo, y el drama del artista venezolano que contó por qué no se habla con una de sus hijas, el programa tuvo como eje central, como no podía ser de otra manera, a Mirtha y su vigencia frente a la pantalla.
Y si algo le faltaba para ser la reina de la televisión, era una corona, que Moria se encargó de regalarle en plena cena.
El programa finalizó a las 23:34. Según la planilla de Kantar Ibope, el programa comenzó con 10.0 puntos y terminó con 6.4. El promedio final fue de 8.1, y ganó y perdió en su franja con Telefe, que tuvo como siempre, «Casados con hijos» y «PH, Podemos Hablar».
Se sabe que Mirtha es muy competitiva, pero estoy seguro que esta vez la diva disfrutó de su programa más allá del número, de las estadísticas de rating, o de las críticas que puede recibir.
Fue su gran regreso a la televisión. Y eso, no se lo quita nadie. Bienvenida Mirtha a su lugar, ¡la televisión!.
(*) – Periodista de espectáculos, columnista en Radio Rivadavia y panelista en el programa «Nosotros a la mañana».