Por Agustín Argento
La cineasta catalana Carmina Balaguer inauguró el viernes pasado el Festival Internacional de Cine de las Alturas con su ópera prima, «La Pantalla Andina», la película en la que filmó al grupo de Cine Móvil jujeño en su travesía a pie a través de las montañas para llevar cine a una aislada escuela rural, experiencia que la condujo a «un nuevo nivel de conciencia».
«Mi relación con el NOA (Noroeste Argentino) es muy cercana. Desde muy jovencita he sentido un vínculo muy fuerte con todas las tierras que recorren la cordillera andina. Por eso, Sudamérica ha sido siempre un territorio que me ha interesado muchísimo e inclusive antes de vivir en Argentina, ya conocía el NOA como visitante. Y viviendo en Argentina – en Buenos Aires-, antes de vivir en Jujuy, había viajado en varias ocasiones», relató Balaguer a Télam en el marco de la 8va edición de la muestra cinematográfica, que se desarrollará hasta el 11 de septiembre.
La directora y productora nacida en Barcelona se radicó en 2013 en Buenos Aires como cronista de viajes para medios como National Geographic y como corresponsal latinoamericana para el medio norteamericano The Daily Brief, Promax Global. Tras seis años en el país, decidió probar suerte en la Quebrada de Humahuaca, adonde se trasladó para investigar y escribir un libro, que está por publicar, sobre mujeres kolla.
«Esta experiencia me ha transformado de una forma tan significativa que naturalmente toma tiempo en ser integrada -afirmó Balaguer-. Hay mucha profundidad en estos cambios. A nivel personal destaco dentro un nuevo nivel de conciencia en cuanto a comprender que la comunicación es una herramienta muy potente y al mismo tiempo hay una responsabilidad muy grande a la hora de generar contenidos y también un potencial muy grande».
La película cuenta con una factura realmente impactante del norte argentino. Los planos llegan a captar la profundidad del paisaje y cuenta con momentos memorables, como la mañana, al despertar, en una cueva de montaña en la que tuvieron que dormir y que, a 4.500 metros sobre el nivel de mal, muestra a las nubes como si fueran una alfombra de algodón debajo de sus pies.
«El rodaje fue complejo y desafiante a muchos niveles. Teníamos que llegar a la escuela en catorce horas de caminata de una tirada, para lo cual íbamos preparados. Sin embargo, una vez que estuvimos en el territorio, nos apunamos todo el equipo, uno a uno en diferentes momentos. De este modo, se nos alargó el trayecto y tuvimos que pernoctar de manera improvisada», recordó la directora.
La travesía tenía como punto cúlmine el paraje de Yaquispampa (al sur de Tilcara), donde está la escuela rural, y la agricultura y el ganado son la forma de subsistencia de los lugareños, tal como explica el médico del área, quien está a media hora de caminata de las casas. La zona está tan aislada que de haber una emergencia se tarda no menos de 24 horas para llegar al primer pueblo.
– ¿Qué fue lo que más te impactó?
– En primer lugar, el hecho de que las distancias son tan relativas. Al momento de iniciar esta travesía yo me sentía muy lejos de mis orígenes porque me encontraba viviendo en la otra punta del mundo. Pero acceder a este lugar tan aislado, incluso para las personas que eran de esa misma zona, me hizo redefinir y romper los esquemas del concepto de la distancia. También me impactó la tenacidad y la vocación que existen como motores de vida. Creo que los personajes de la historia lo representan y cuando estas dos palabras se vivencian puedes llegar donde quieras y también colaborar con el mundo y la sociedad. En este sentido, creo que estas cualidades no solo aplican a los personajes de la historia, sino también al equipo de rodaje.
– ¿Qué viste que aporta el cine en comunidades tan alejadas de las metrópolis?
– La llegada del cine no solo implica el valor del visionado y la proyección en sí, sino que se aprovecha a nivel educativo. Las escuelas pueden realizar trabajos previos y posteriores. Las maestras y educadores realizan ejercicios con los niños para preparar la llegada del cine y luego de la proyección. En casos como el de la escuela de Yaquispampa y comunidades que reciben muy pocas visitas, es realmente un evento muy relevante, ya que reúne a las personas que viven lejos y que se encuentran a horas de caminata, pero que son parte de esa comunidad y se unen especialmente para compartir ese momento.
– Un impacto individual y colectivo.
– No sólo se trata de contar historias sino de que estas historias puedan tener un impacto positivo en el territorio donde nacen. Esto de hecho está ocurriendo con la película, que está generando debates, interés y reflexión. El público sale muy movilizado, lo cual era uno de los objetivos del proyecto. A nivel local se está aprovechando de una manera muy profunda, resultando un ejercicio educativo y humano, que está atravesando a la provincia entera poniendo de relieve la gran labor de las maestras rurales y el potencial cinematográfico de Jujuy. Es especialmente gratificante para mi sentir que una historia que cuentas con vocación y tenacidad puede colaborar con la sociedad y me llena de compromiso para los proyectos futuros que vienen.