La Agencia Espacial Europea (ESA) abrió una convocatoria para reclutar nuevas astronautas con la mira puesta en reducir la brecha de género en sus filas. Repasamos la historia de tres mujeres que aspiran a viajar por el espacio.
Mariona Badenas, una mujer de 26 años oriunda de Barcelona podría ser una de las escogidas. «He estado esperando toda mi vida este momento”, declaró la joven que debe atravesar el proceso de selección más complejo al que pueda enfrentarse una persona, puesto que si en la última convocatoria de la ESA en 2008 se presentaron 8.000 candidaturas, para esta no se esperan menos de 11.000 para cubrir cinco o seis plazas.
De lograrlo, esta barcelonesa de 26 años podría ser la primera o una de las primeras mujeres europeas en pisar la Luna o viajar a Marte. Su fichaje, además, serviría para empezar a reparar una grave anomalía histórica en la ESA: precisamente, la falta de mujeres astronautas. Es que en 40 años de historia solo ha habido dos: la francesa Claudie Haigneré y la italiana, aún en activo, Samantha Cristoforetti. En la Nasa, aunque tampoco hay paridad, la brecha de género en este sentido no es tan abismal.
“Soy consciente de que la probabilidad de que me quede por el camino durante el proceso de selección es muy alta. Pero el no ya lo tengo y no pierdo nada por intentarlo. Me he preparado y dirigido mi trayectoria hacia esta finalidad, siempre siendo consciente de la dificultad de convertirme en astronauta, y ahora por primera vez tengo esa posibilidad delante y voy a intentarlo», dijo Badenas.
Desde muy chica le comenzó a interesar el espacio y a los 16 fue uno de los 50 jóvenes seleccionados de todo el mundo para participar en un prestigioso programa de ciencia e ingeniería del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), en EE.UU. Luego, a los 17, Sara Seager, catedrática del MIT y una eminencia mundial en exoplanetas, le dio la oportunidad de investigar junto a ella. A los 18 Yale la becó para que cursara astrofísica. Y antes de volver a recalar en Boston, en el MIT, para realizar su doctorado junto a Seager, con 24 Badenas fue co-comandante de la misión Latam-III, organizada por la Mars Society, una asociación norteamericana sin ánimo de lucro cuyo objetivo de promover la exploración y el asentamiento humano en Marte.
“Si me dieran la oportunidad de ser astronauta, me encantaría poder participar en alguna misión a bordo de la Estación Espacial Internacional o en el proyecto Gateway, una estación espacial que orbitará alrededor de la Luna a unos 400.000 km de la Tierra y servirá como base para viajes a la Luna o a Marte”, explicó, y agregó: “Ser astronauta comporta una responsabilidad enorme de compartir tu experiencia con la humanidad, de contribuir en el avance del conocimiento. He llegado hasta aquí porque la sociedad me ha ayudado y ahora me gustaría retornar mi agradecimiento compartiendo mi experiencia con ella”.
Por otra parte, la francesa Fatoumata Kébé también sueña desde niña con ser astronauta y tiene claro que ella quiere ser la primera mujer en pisar la Luna, un astro que la fascina y al que le ha dedicado incluso un libro. De familia inmigrante africana procedente de Mali, Kébé creció en los suburbios de París, en un barrio humilde desde el que no se veían las estrellas. Y aunque no lo tuvo nada fácil, estudió astrofísica y se doctoró por la Universidad de la Sorbona y hoy, con 32 años, investiga cómo deshacerse de la basura espacial.
“Hasta ahora la ESA no había tenido en cuenta criterios de igualdad para seleccionar a sus astronautas”, sostuvo Kébé. «Es crucial porque no es que los hombres sean mejores que nosotras, sino que hay estructuras que nos llevan a las mujeres a tener menos oportunidades. Quiero convertirme en ejemplo para muchas niñas, para demostrarles que ellas también pueden conseguir aquello que se proponen”, afirmó la mujer.
Otra tercera candidata es ingeniera aeroespacial Hannah Lindberg, líder de proyectos en Thales Alenia Space, el mayor fabricante de satélites europeo. “Siempre me he sentido atraída por la ciencia y el espacio: mi madre es programadora y mi padre, científico nuclear. Y yo pensaba que diseñaría los aviones del futuro”, manifestó.
“La última vez que la ESA buscaba astronautas, yo estaba acabando el instituto. Pero ahora tengo una carrera científica, un doctorado, experiencia laboral en el sector espacial. Hablo cuatro idiomas, estoy sana, hago deporte. Cumplo con todos los criterios de selección y es la primera vez que tengo ante mí la oportunidad real de ser astronauta”, expresó con confianza.
Para esta ingeniera sueca de 30 años, ser astronauta “tiene que ver con explorar, encontrar respuestas y también hacerse preguntas que nunca nadie se ha hecho. Sería un honor convertirme en la primera mujer sueca que ha ido al espacio y que ha pisado la Luna”.