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La mutilación genital femenina, una problemática que «no se limita a un continente»


Reene Bergestrom tenía 3 años cuando la mutilaron y era criada en una familia cristiana de Estados Unidos. Asha Ismail pasó por lo mismo cuando tenía apenas 5 años, en Kenia. Ya de adultas y tras años de silencio, ambas decidieron hablar y son activistas en contra de la mutilación genital femenina. Según explicaron, se trata de una problemática que «no se limita a un continente o a un color».

«Más adelante, cuando supe lo que realmente había pasado, me sentí confusa», reveló Bergestrom, quien ahora es médica, y recordó que su madre reconoció que había sido un error y le pidió que nunca hable de ello. «Mi corte se hizo porque me estaba tocando, no sé si a esa edad se puede llamar masturbación, pero mi madre estaba preocupada y me llevó a un médico que practicaba su religión con bisturí. En su religión la masturbación era un pecado y me quitó el clítoris», detalló.

El Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) estima que más de 200 millones de mujeres y niñas (entre 0 y 14 años) han sido mutiladas en el mundo.

El trauma no termina en la mutilación, también se refleja en muchas cosas que pasan después. Como no saber con quién hablarlo o cómo lo tomarán las personas a las que se lo digan. La médica estadounidense trató de romper el silencio con algunos compañeros de trabajo, pero le pidieron que no vuelva a compartirlo o arruinaría su carrera: «Eso me silenció de nuevo».

Este pacto de callar al que la sentenciaron en los distintos ámbitos de su vida, la puso en riesgo a la hora de dar a luz. Ella no era consciente de que podía generar un problema en el parto. «Si no hubiera estado con un médico muy cuidadoso podría haber muerto, como otras muchas mujeres», aseguró la doctora, a quien tuvieron que practicar una episiotomía extensa (incisión que se hace en el tejido entre la abertura vaginal y el ano) que tardó meses en curar.

Expertos remarcan que la MGF puede tener graves consecuencias en la salud sexual y reproductiva, como hemorragias, infecciones, lesiones de órganos, fracturas, anemia o trastornos psicológicos. Además, detallan, puede provocar complicaciones durante el parto como cesáreas, hemorragias, desgarros o episiotomías. De ahí, la importancia de hablar al respecto: «Estamos disputas a escucharlas».

Con la llegada del coronavirus, el tratamiento y diagnóstico de muchas enfermedades se vio agravado. Además, según Asha Ismail, presidenta de Save a Girl Save a Generation, fomentó «un bufet libre de forzar a las niñas».

Desde la Unfpa advierten que por las restricciones para contener la pandemia, unas dos millones de niñas más podrían sufrir mutilación genital femenina en todo el mundo hasta 2030. «Todas las medidas para contener la pandemia han tenido un tremendo impacto en la violencia de género en niñas y mujeres y particularmente en lo relacionado con la mutilación genital en África», indicó Silvia Frías, presidenta de la ONG Amref Salud África, que trabaja para prevenir la mutilación en Kenia, Tanzania, Senegal y Etiopía.