Por Victoria Arrabal (UNR)
En Argentina, el 54% de los científicos son mujeres. Un porcentaje que está por encima de Europa y Estados Unidos, que tienen entre el 35 y 40% o Japón que no llega al 17%. Pero a pesar de ser muchas en los organismos de ciencia y tecnología y en las Universidades, sólo el 25% ocupan cargos directivos. Sin ir más lejos, el mismo directorio del Conicet cuenta con ocho miembros de los cuales sólo dos son mujeres. “Seis a dos, perdemos por goleada”, dice Ana María Franchi, la segunda mujer que ocupa la presidencia en 62 años. Investigadora superior en el área de química biológica, integra el organismo hace más de cuarenta años y está al frente de la Red de Género, Ciencias y Tecnología
Lo cierto es que la mayoría de las mujeres están en las categorías más bajas de la carrera científica y en las áreas sociales y humanísticas, que aún se consideran la periferia del sistema. Y en cuanto a las Universidades, si bien hay un 60% de alumnas en todas las carreras, menos en las ingenierías, y un porcentaje similar de graduadas y docentes, sólo el 12% de estas instituciones públicas nacionales tiene rectoras.
Franchi afirma que lo principal es “darse cuenta que el problema no es nuestro sino de un sistema que no favorece la promoción de las mujeres”. Sin embargo reconoce que en los últimos años se fueron tomando muchas medidas en el Conicet para igualar las posibilidades. Por ejemplo, no se financian congresos, simposios ni convocatorias donde no haya paridad de género en las ponencias porque ese es nada menos que el lugar donde se visibiliza el trabajo de científicas y científicos. “Hay que hacer ver que no hay equidad para poder exigirla, y hay que exigir igualdad de oportunidades”, resalta y agrega: “Empieza un cambio que lo vamos a ver reflejado en unos años en los lugares de gestión”.
En este sentido cree importante que las mujeres y las diversidades sexuales que se vayan incorporando, tengan conciencia de género y piensen cómo recuperar a las que ni siquiera llegan a la carrera. “Siempre entrevistamos a las mujeres que llegaron pero nunca a las que se fueron para saber por qué y a donde”, reflexiona Franchi.
Despertar vocaciones
El protagonismo de la ciencia y la tecnología durante la pandemia llevó a “un reconocimiento por parte de la comunidad pero también una demanda”, afirmó la directora del Conicet, luego de firmar un convenio para la construcción de nuevos laboratorios en la Universidad Nacional de Rosario.
Lo cierto es que pese a los años de desfinanciamiento previo que sufrió, el sistema científico tecnológico argentino respondió a los desafíos. Esto se debió a “un excelente plantel de recursos humanos, investigadores e investigadoras, becarios, personal técnico y administrativo que tuvieron que trabajar de una forma distinta pero no se detuvieron”, sostuvo Franchi y reconoció, además, la acción directa del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva que otorgó subsidios para todos los temas asociados a la pandemia, “algo que nos fortalece y nos compromete”.
Franchi considera que esta presencia de la ciencia y la tecnología “en boca de todos”, va a favorecer más vocaciones, algo que está en crisis no sólo en Argentina sino en el mundo porque son carreras largas, difíciles, muchas veces incompatibles con un trabajo durante su estudio. “Pero hubo momentos como, por ejemplo, cuando estuvieron los programas de Custeau o los de Penza, que despertaron vocaciones tempranas en las escuelas primarias y secundarias y lo mismo puede suceder en este contexto”, explicó.
En cuanto a la visibilización que tuvieron los científicos desde el año pasado, la presidenta del Conicet cree que es “una oportunidad de reconocimiento”. La participación de jóvenes investigadores en distintos medios de comunicación, explicando, haciendo entendibles los hallazgos, es muy importante para motivar a otros, según analizó.
Aunque reconoció que si bien es fundamental la transferencia de los resultados directamente a la comunidad, no debe descuidarse la ciencia básica que promueve hallazgos y forma recursos humanos de excelencia. “La mayoría de los grupos que tuvieron grandes logros durante la pandemia eran investigadores básicos que pudieron moverse porque tenían la formación, la técnica y los recursos”.
Si bien el covid afectó la salud de los argentinos, también hubo que replantearse una nueva forma de vivir, de trabajar, de estudiar, de comunicarse. En decir que no sólo trabajaron las ciencias duras, sino que las ciencias sociales también debieron analizar el impacto del aislamiento y la amenaza del virus en la vida cotidiana.
Alfabetización científica
Los cambios tecnológicos en los últimos veinte años modificaron la forma de comunicar la ciencia y su impacto en la sociedad. “Si una persona está alfabetizada desde el punto de vista científico tecnológico, puede ser un buen consumidor”, explicó Franchi y amplió: “Saber leer la etiqueta de un alimento, de una tela y hasta la propia medicina, es muy importante”.
“Actualmente estar alfabetizado no es sólo leer y escribir y ese avance se logra desde la educación pero también desde los medios de comunicación y las redes sociales que han invadido todo”, resaltó. Por eso cree que no puede haber alguien que sepa todo y alguien que no sepa nada, sino que hay que lograr lenguajes cercanos no sólo entre los científicos y la comunidad, sino también entre los científicos y las empresas.
En cuanto a las asignaturas pendientes está el salario de los investigadores que perdió más de un 40% durante los cuatro años del gobierno de Cambiemos. “Es difícil que con la crisis y la deuda generada, esto se resuelva inmediatamente pero está la posibilidad de que se apruebe la ley de financiamiento en ciencia y tecnología que nos permitirá ir aumentando 15% la participación en el PBI año a año hasta 2032”, dijo Franchi. Se trata de una ley inédita que posibilitará saber cuál será el presupuesto disponible antes de planificar, algo imposible hasta ahora en el área.