El «parto respetado» hace referencia al respeto de los derechos de las madres, los niños y sus familias en el momento del nacimiento. En Argentina, es ley nacional desde 2015. ¿Sabías qué la OMS recomienda que la tasa ideal de cesáreas debe oscilar entre el 10 y 15 por ciento. Sin embargo, en nuestro país, el 67 por ciento de los nacimientos anuales son por cesáreas? ¿Y que, en tiempos de aislamiento, el 50 por ciento de los nacimientos fueron por cesáreas?
Si hablamos de parto respetado, hablamos de la ley 25.929. Una ley nacional que se sancionó y promulgó en 2004, pero que se reglamentó en 2015 y que establece los derechos de las mujeres antes, durante y después del parto. Además, que les da derechos a los bebés desde sus primeros minutos fuera del viente materno.
En septiembre de 2020, la Provincia de Buenos Aires, adhirió a la Ley de Parto Humanizado –proyecto presentado por la diputada bonaerense Mariana Larroque-. La adhesión de las provincias a esta ley nacional, permite que se generen insumos y recursos, pero, sobre todo, que cada provincia respete el derecho a parir.
¿Cuáles son las claves de la ley?
Obligatoriedad: Las obras sociales y las entidades prepagas deben brindar de forma obligatoria las prestaciones detalladas en la ley.
Información: La mujer debe saber las diferentes intervenciones médicas que puedan darse durante este proceso y ella puede elegir libremente en el caso de que existan varias alternativas.
Respeto: La mujer tiene derecho a ser tratada con respeto en todo el proceso, pero también el proceso natural del cuerpo debe ser respetado.
Al parto natural, respetuoso de los tiempos biológico y psicológico, evitando prácticas invasivas y suministro de medicación que no estén justificados por el estado de salud de la parturienta o de la persona por nacer
Personas de riesgo: Si la persona recién nacida, está en situación de riesgo, la madre y padre tienen derecho a recibir información acerca del proceso, a ver a su hijo y facilitar la lactancia materna.
Incumplimiento: Si las obras sociales, entidades de medicina prepagas, profesionales de la salud y colaboradores, incumplen la ley, serán sancionados.
¿Qué pasa con esta ley en pandemia?
“La mayoría de las instituciones y profesionales de la medicina, trabajan al margen de esta ley, entonces de alguna manera se convierte en un peregrinaje de las mujeres para conseguir que se cumplan nuestros derechos y se termina generando esta sensación de que nos están haciendo un favor o de que tenemos más o menos suerte”, sostiene Violeta Osorio, integrante del Observatorio de Violencia Obstétrica y de Las Casildas.
Las Casildas es una agrupación que nació en 2011 y generan dispositivos para difundir y visibilizar temáticas, entre ellas, la violencia obstétrica y derechos sexuales y reproductivos. Brindan talleres, charlas y difunden información en sus distintas redes sociales.
Cesáreas y pandemia:
¿es suficiente con adherir a la ley?
Francisco Saraceno, resalta que no. Si bien es una cuestión política y de resignificación de la práctica diaria, no alcanza con solo una adhesión.
“Es un gran avance lo de la provincia de Buenos Aires, pero hay que generar insumos, información, capacitar a esos profesionales de la salud que vienen de un modelo hegemónico e intervencionista. Hay que cambiar el paradigma de la atención”, concluye.
Violencia obstétrica y pandemia:
El 20 de marzo se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO) en nuestro país debido a la pandemia por el COVID-19. Eso hizo que muchas cosas se pongan en pausa, excepto los embarazos y los partos. Sin embargo, la violencia obstétrica se recrudeció en este contexto y los derechos establecidos por la ley 25.929 no fueron respetados.
Violeta y Francisco, explican que el Ministerio de Salud creó protocolos y dio recomendaciones para poder llevar un embarazo y un parto en este contexto y que -además de respetar las medidas de precaución- también hay que respetar los derechos establecidos en la ley 25.929. Pero eso no sucede.
“La primera respuesta del sistema fue cerrar las puertas”, señala Francisco Saraceno, integrante de “Las Casildas”. Las obra sociales y prepagas deben brindar prestaciones relacionadas al embarazo, trabajo de parto, parto y post parto, garantizando los derechos de la madre, padre y niñx, según la ley de Parto Humanizado. Pero cuando empezó la cuarentena este derecho fue vulnerado. “Las mujeres fuimos expulsadas del sistema médico”, sentenció Violeta Osorio, integrante de Las Casildas.
Sin turnos, ¿hasta nuevo aviso?
La cancelación de turnos (ecografías, estudios pertinentes y laboratorios) es la punta del iceberg de la violencia obstétrica, luego, siguió la falta de acompañamiento y la separación de las madres y sus bebes recién nacidos.
Desde la agrupación, hicieron un relevamiento de las gestaciones y partos en cuarentena, donde se reveló que 7 de cada 10 mujeres embarazadas, sufrieron la cancelación de los turnos médicos en contexto de cuarentena y al 59 por ciento, no se los reprogramaron. Además, el 31 por ciento de los bebxs, fueron separados de su madre al momento de su nacimiento.
“Por último, pasamos a lo que tiene que ver con generar cierto tipo de negocio. Ahora está muy en boga el tema del hisopado que se les exige a las mujeres y a su acompañante –sobre todo en el área privada-. Esto corre por cuenta de ella y no tiene ningún respaldo en las recomendaciones”, agrega Violeta.
“La pandemia facilita mucho el hecho de tener una excusa y por eso muchos embarazos terminaron en cesáreas, pero esto no tiene sustento científico. Hoy en día no se hace ciencia, se hace costumbre, se piensa en la comodidad de lxs profesionales de la salud”, retoma Saraceno.
Los datos que más impresionan, es que el 38,5 por ciento de los nacimientos por cesáreas fueron programados y otros tantos fueron inducidos. Es decir, no se respetó el proceso natural que el cuerpo gestante hace a la hora de empezar con trabajo de parto.
OMS y el número de cesáreas:
La Organización Mundial de la Salud recomienda que la tasa ideal de cesáreas debe oscilar entre el 10 y 15 por ciento porque el abuso de esta práctica pone en riesgo la vida de la mujer y la del bebé. Sin embargo, en nuestro país, el 67 por ciento de los nacimientos anuales son por cesáreas.
“La pandemia recrudece la violencia obstétrica y las cesáreas innecesarias forman parte de esta violencia, pero el análisis debe ser más profundo. La salud tiene una mirada patriarcal y un modelo médico más hegemónico donde se busca tener el control de todo en base a la comodidad de los y las profesionales. Hay que mirar a las cesáreas como una industrialización de los nacimientos”, remata Francisco Saraceno.
Fuente: Escritura crónica