Los músculos de la pelvis y de la mandíbula son muy fuertes porque las funciones que realizan así lo exigen.
Curiosamente, el tono muscular de ambas está relacionado. Cuando una se tensiona la otra responde con tensión y cuando relajamos una de ellas, ayudamos a que la otra se relaje.
Si estuviéramos sin tono, totalmente flácidos, nos resultaría imposible movernos, hablar, etc.
Sin embargo, el exceso de tensión también nos dificulta el movimiento además de dejarnos agotados.
Cuando el tono muscular es adecuado a la función que estamos realizando, cualquier cosa que hagamos nos resultará agradable.
La elegancia, la agilidad, la eficacia y la precisión en nuestros movimientos, así como el placer que sentimos cuando realizamos cualquier tarea, depende de la organización muscular, más precisamente, depende de cómo se organiza nuestro Sistema Nervioso.
En el caso de la pelvis y la mandíbula, una organización deficiente puede acarrear problemas como bruxismo (apretar los dientes hasta desgastarlos) , dolor de cuello, dolor lumbar, sensación de agotamiento, rigidez, entre otros muchos.
En muchas tradiciones orientales, la región de la pelvis se relaciona con la capacidad de disfrute y el poder creativo, y por otro lado, la región de la boca, mandíbula y garganta se relaciona con la capacidad de expresión y la creatividad.
Te propongo un pequeño ejercicio que te puede ayudar a descubrir caminos para abandonar las tensiones innecesarias en estas regiones y descubrir el placer de moverlas con libertad.
Puede ser un ejercicio interesante para aquellas personas que sienten dolores mandibulares o pélvicos y desean conocer estrategias para regular el propio tono muscular.
Cuando vayas a realizar esta lección del Método Feldnkrais, te recomiendo que memorices cada parte para no tener que levantarte a leer cada vez, o que te grabes un audio con las pautas, siempre que des el tiempo de silencio necesario para explorar cada parte.
Cuanto más suave, lento y consciente hagas cada movimiento, más poderosos serán los cambios que sucederán en tu Sistema Nervioso.
Escaneo:
– Túmbate en el suelo, boca arriba con las piernas estiradas,sobre una esterilla o una manta.
– Observa el contacto con el suelo, siente qué partes apoyan más sobre él y cuáles menos.
– Fíjate cómo apoya tu cráneo en el suelo y observa si tus dientes están juntos o hay un espacio entre los dientes superiores y los inferiores.
– Siente el apoyo de tu pelvis en el suelo y fíjate si uno de los lados apoya más que el otro.
– Dobla las piernas y observa cómo cambia el apoyo de la espalda, la pelvis y la cabeza cuando doblas las piernas.
Parte 1:
– ABRE Y CIERRA LA BOCA: Suavemente abre y cierra la boca, observa hasta dónde la abres con comodidad. Hazlo varias veces para percibir con claridad.
– Descansa.
– RODAR LA PELVIS ARRIBA y ABAJO: Ahora vas a mover la pelvis hacia arriba y hacia abajo, generando un balanceo. La lumbar apoya en el suelo cuando mueves la pelvis hacia arriba (hacia la cabeza) y la lumbar se separa del suelo cuando llevas el peso hacia abajo (hacia el coxis).
– Descansa.
– PELVIS Y CABEZA ARRIBA Y ABAJO: Continua haciendo el movimiento de la pelvis y deja que la cabeza se mueva por el movimiento de la pelvis. Cuando la pelvis va hacia arriba y la lumbar está cerca del suelo, lleva la cabeza hacia arriba, separando la barbilla del pecho, y cuando bajes el peso de la pelvis al coxis, mira hacia abajo con la cabeza, acercando la barbilla al pecho. Hazlo varias vezes buscando mejorar la calidad en cada movimiento.
– Descansa.
– PELVIS, CABEZA y BOCA: Ahora abre y cierra la boca junto con el movimiento de la cabeza y de la pelvis. Cuando el peso de la pelvis vaya en dirección a la cabeza y mires hacia arriba con la cabeza, abres la boca. Y cuando el peso de la pelvis vaya hacia los pies, miras hacia abajo con la cabeza y cierras la boca. Hazlo varias veces buscando la suavidad y la conexión entre las partes.
– Descansa con las piernas estiradas y observa el contacto con el suelo ahora.
Parte 2:
– RODAR CABEZA DE UN LADO A OTRO: Ahora, deja las piernas dobladas y rueda la cabeza de derecha a izquierda y de izquierda a derecha, sin esfuerzo, dejando que el propio peso de la cabeza conduzca el movimiento.
– Descansa
– RODAR LA PELVIS DE UN LADO A OTRO: Ahora rueda la pelvis de un lado a otro, permite que las rodillas se inclinen de un lado al otro.
– Descansa.
– MANDÍBULA DE UN LADO AL OTRO: Ahora separa levemente los dientes superiores de los inferiores, y mueve tu mandíbula, es decir, mueve el maxilar inferior de derecha a izquierda. Observa si va más fácil hacia un lado o hacia el otro.
– Descansa
– CABEZA Y MANDÍBULA DE UN LADO AL OTRO: Rueda la cabeza hacia la derecha mientras llevas la mandíbula también hacia la derecha. Hazlo algunas veces y luego haz lo mismo hacia la izquierda.
– Descansa
– CABEZA Y MANDÍBULA DIRECCIONES OPUESTAS: Rueda la cabeza hacia la derecha mientras sacas la mandíbula hacia la izquierda y haz lo mismo hacia el otro lado, rueda la cabeza hacia la izquierda cuando lleves la mandíbula hacia la derecha.
– Descansa
– CABEZA Y PELVIS DE UN LADO AL OTRO: Rueda cabeza y pelvis de un lado al otro dejando todo suelto, la espalda libre de tensión de forma que la cabeza y la pelvis se conecten sin dificultad.
Parte 3:
– ABRE Y CIERRA LA BOCA: Ahora, como al principio, abre y cierra la boca y observa si se abre más que antes.
– PELVIS ARRIBA Y ABAJO: Vuelve a mover la pelvis hacia arriba y hacia abajo, deja que la cabeza se suelte y deja los maxilares estén relajados permitiendo que los dientes se acerquen y se separen naturalmente por el movimiento de la pelvis.
– Estira las piernas y siente el contacto con el suelo, observa si el peso de tu cuerpo está mejor distribuído que antes.
Puedes realizar estos movimientos siempre que quieras liberar tensiones. Cada vez que lo hagas tu sensación será diferente y con la práctica verás que suceden cambios profundos en tu forma de sentirte y de moverte.