El presidente de la Academia de Ciencias Sociales del Vaticano y asesor del papa Francisco, Stefano Zamagni, sostuvo hoy que «hasta la Segunda Guerra Mundial Argentina fue uno de los países más desarrollados» del mundo, pero que luego la «destruyó» la especulación financiera y afirmó que el desafío pospandemia es crear «trabajos justos y decentes».
«Hasta la Segunda Guerra Mundial, Argentina fue uno de los países más desarrollados. A Argentina la destruyó las finanzas. Ese fue el desastre», planteó Zamagni al disertar durante una teleconferencia organizada por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref) y el Foro Ecuménico Social.
En ese marco, sostuvo que «hoy el trabajo decente no está garantizado, queremos un trabajo justo pero también un trabajo decente» y consideró que «la pandemia es una ocasión para reflexionar sobre este problema».
Para poder lograrlo, uno de los puntos a desarrollar es la «modificación del sistema fiscal» porque no es posible «que se pague más tasa por trabajo productivo que por renta financiera».
En ese marco, exhortó a olvidar el «sistema ‘taylorista’ del trabajo» en referencia a Frederick Taylor y su método de organización industrial, cuyo fin era aumentar la productividad y evitar el control que el obrero podía tener de los tiempos de producción, relacionado con la «producción en cadena».
«(Henry) Ford fue el primer empresario que aplicó el modelo taylorista», ejemplificó el catedrático, antes de remarcar que en lugar de la producción en cadena hay que implementar la «de la cuerda, que está conformada por hilos entrelazados porque a diferencia de la producción en cadena -donde si se corta un eslabón se corta toda la fuerza productiva- si se cortan algunos hilos no se rompe».
El asesor del papa Francisco se refirió al discurso que el Sumo Pontífice hizo para distinguir las dos dimensiones del trabajo: «la adquisitiva y la expresiva».
En ese contexto, el catedrático explicó que la dimensión adquisitiva es la que se refiere a la necesidad de trabajar para obtener «un poder adquisitivo» para poder comprar, mientras que la «expresiva» se refiere a la «afirmación de nuestra personalidad» a través del trabajo, concepto que empezó con Platón y que refiere al «florecimiento, las personas tienen que florecer», afirmó.
Teniendo en cuenta estas dos clasificaciones, Zamagni distinguió entre el «trabajo justo», que básicamente se da cuando los obreros están «bien tratados» del «trabajo decente» que es el que permitiría «el florecimiento de las personas; no ofende su dignidad y permite desarrollar su personalidad».
En ese contexto, reconoció que las luchas sindicales fueron capaces de conseguir un «trabajo justo» pero no así «uno decente».
«El trabajo no es un mineral» que se obtiene o brota de la tierra sino que es «algo que tiene que ser creado» y la forma de hacerlo es a través de las «empresas», dijo Zamagni.
«Cada organización que va a crear nuevo valor es una empresa, esa es la definición«, aseguró el asesor papal antes de llamar a generar «escuelas de empresarialidad en algunas universidades» para vincular a los jóvenes estudiantes con el mundo laboral desde el momento de su formación logrando que las facultades sean lugares de «conocimiento y acción».
Al dar cuenta sobre los distintos tipos de emprendimientos empresariales posibles, entre públicos, privados y sociales, Zamagni destacó el trabajo de las «cooperativas».
«Las empresas sociales y cooperativas tienen una perspectiva de desarrollo, de una particular manera de crear comunidad, una economía que tiene como su primer fin el desarrollo de una comunidad», sentenció el asesor del Papa Francisco.