Salud y bienestar

Mi reloj interno: ritmos biológicos en cuarentena


Por María Juliana Leone, Lic. en Biotecnología (UNQ) y Dra. en Ciencias Básicas y Aplicadas (UNQ). Investigadora asociada del CEPE. Investigadora del Conicet en la UNQ y la UTDT.

El día y la noche, la luz y la oscuridad, se alternan constantemente produciendo un ciclo ambiental que modula nuestro comportamiento: la mayoría de las personas estamos activas de día y dormimos de noche.

La luz es el estímulo más importante capaz de poner en hora a nuestro reloj biológico interno, localizado en el cerebro en los núcleos supraquiasmáticos. Esta estructura pone en hora y «dirige» nuestros ritmos circadianos: las fluctuaciones diarias que ocurren en nuestro funcionamiento y que incluyen niveles de hormonas, temperatura corporal, rendimiento cognitivo, número de células del sistema inmune, etc. Pero además de la luz, nuestras actividades cotidianas también son capaces de poner en hora a nuestro reloj interno. ¿Por qué es importante que nuestro reloj interno esté «en hora»? Porque es necesario para que funcione adecuadamente. Cuando esto no ocurre, por ejemplo en trabajadores en turnos rotativos o nocturnos, o en personas con jetlag por viajes transmeridianos, aparecen trastornos en nuestra salud física y mental, incluyendo problemas en nuestro sueño. Y si no dormimos adecuadamente (y esto incluye no solo los horarios sino también la calidad y la duración del sueño), nuestra salud y nuestro rendimiento cognitivo se podrían afectar aún más.

¿Y qué ocurre entonces con nuestros ritmos circadianos en la situación de confinamiento actual asociada a la pandemia de Covid-19?

El aislamiento se asocia con cambios en los patrones de exposición a la luz y en nuestras actividades cotidianas. Nos exponemos menos a la luz del sol (porque estamos en nuestras casas), más a la luz artificial y a pantallas de tipo led (en horarios inadecuados) y nuestras actividades tienen horarios más flexibles. Si los estímulos que ponen en hora a nuestro reloj son más débiles (sobre todo menor exposición a la luz del sol), nuestros ritmos circadianos se hacen menos robustos y se desacoplan entre sí. Y esto se traducirá eventualmente en problemas para nuestra salud.

¿Cómo, cuándo y cuánto están siendo afectados nuestros ritmos circadianos por el confinamiento? No lo sabemos, pero lo estamos estudiando. Actualmente, estamos llevando a cabo un proyecto de investigación denominado Mi Reloj Interno, que tiene como objetivo en primer lugar obtener información sobre nuestros ritmos circadianos durante el confinamiento. Es importante que muchas personas participen de esta primera etapa, completando una encuesta relacionada con hábitos de sueño (puede participar cualquier persona que viva en Argentina y que tenga al menos 13 años, ingresando a www.mirelojinterno.org). A partir de las evidencias que obtengamos podremos generar recomendaciones específicas y prácticas destinadas a mitigar los efectos del confinamiento sobre nuestro reloj biológico. A través de una aplicación de telefonía celular, cada usuario podrá volcar sus propios datos cronobiológicos para recibir automáticamente recomendaciones personalizadas según su edad, sus hábitos y el lugar donde vive.