Las cooperativas sociales siguen siendo un instrumento para la creación de trabajo, aún en tiempos de pandemia, y desde el 20 de marzo que comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO), siguieron desarrollándose como generadoras de trabajo genuino y pieza fundamental del desarrollo social, con el acompañamiento del Estado, a través de políticas públicas.
Estas características, coinciden diferentes referentes del sector consultados por Télam, hacen que el objetivo sea la «integración de estas cooperativas al sistema socio productivo con proyección de futuro», más allá de la crisis que las generaron, aún cuando deban reconvertirse como respuesta a los diferentes contextos económicos.
Desde el gobierno nacional, Eduardo ‘Vasco’ Murúa, a cargo de la Dirección de Empresas Recuperadas del Ministerio de Desarrollo Social, contó a Télam que desde el día uno del inicio de la pandemia se está «trabajando duro en el acompañamiento y asistencia a las cooperativas de trabajadores», convencidos de que «la salida sigue siendo apostar a un mayor acompañamiento del Estado al sector».
Desde su perspectiva y con los datos que manejan, durante la crisis por la pandemia de coronavirus «no se registró un gran proceso de reconversión de las cooperativas, sino que siguen trabajando con su mercado habitual».
Para asistirlas, el Gobierno nacional creó el Programa Potenciar Trabajo, por el que todos los trabajadores reciben 8.500 pesos mensuales, mientras trabaja con cada una de las empresas para que puedan acceder a un subsidio para compra de insumos y materias primas.
«Nuestra idea es lograr un nosotros entre Estado y trabajadores; mi dirección está coordinando con los mejores cuadros productivos y técnicos de las fabricas para ayudar a las empresas que están mas complicadas», recalcó Murúa.
En la provincia de Buenos Aires, también trabajan junto a las cooperativas y, en lo que va de la pandemia, para ganarle a la crisis, se conformaron 50 nuevas.
«En la provincia de Buenos Aires, desde el inicio de la pandemia tenemos más de 50 nuevas cooperativas conformadas. Si bien son formatos organizativos que muchas veces surgen en momentos difíciles, como el actual, nuestro foco de trabajo está puesto en que puedan integrarse de manera sostenida en el sistema socio-productivo bonaerense», dijo a Télam el ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica, Augusto Costa.
Costa entiende al cooperativismo como una pieza fundamental, transcendiendo los contextos sociales y sanitarios, porque cree que su aporte «va más allá de las coyunturas» y es «una pieza fundamental» en el desarrollo social.
Costa considera además que pese a la dificultad compartida con todo el aparato productivo en la etapa de pandemia, el trabajo cooperativo tiene «un rol social» además de económico, con una capacidad de reconversión frente a la crisis.
Como ejemplo citó al sector textil, que se reconvirtió a través de la confección e barbijos y kit sanitarios para los/as trabajadores/as de salud.
También mencionó el esfuerzo realizado por cooperativas en la provisión de energía eléctrica en contextos de dificultad de cobros, la producción y logística de distribución de alimentos, y la elaboración de dispositivos virtuales para estar mejor conectados/as, en el caso de las cooperativas de software.
Esta capacidad de reinventarse, reflexionó Costa, es una virtud que tienen las cooperativas «en los tiempos de crisis y en contextos sociales y económicos hostiles».
Para asistir económicamente a estas cooperativas, desde el Estado lanzaron durante la pandemia el Programa Preservar Trabajo, que ofrece un aporte de hasta el 50% del valor del Salario Mínimo Vital y Móvil para ayudar a las empresas a pagar salarios, o retiros en el caso de las cooperativas.
«Es un cambio de enfoque el hecho de que el Estado incluya a las cooperativas en las políticas públicas más amplias de producción y de trabajo de la Provincia de Buenos Aires», destacó Costa.
Asimismo, desde un inicio de la pandemia, la Dirección Provincial de Acción Cooperativa se puso a disposición del sector cooperativo a través de una línea de atención directa por WhatsApp, acompañando el acceso al crédito de las líneas existentes, respondiendo consultas sobre tramites en este contexto, transformando la oferta formativa, implementando nuevos mecanismos de asistencia técnico-productiva, «trabajando codo a codo con los municipios y el gobierno nacional».
Desde la Confederación Argentina de Trabajadores Cooperativos Asociados (Conarcoop), su presidente Ramiro Martínez, dijo a Télam que desde el inicio de la pandemia su organización «ayudó a constituir casi 20 nuevas cooperativas» al mismo tiempo que «se comenzó la recuperación de empresas en proceso de cierre, para constituirlas en cooperativas y poder sostener las fuentes de trabajo».
Desde Conarcoop creen que en los próximos meses esa cantidad de cooperativas «crecerá» debido al «formato inclusivo de su personería jurídica y la grave crisis sanitaria y económica a nivel mundial».
«Las cooperativas de base social constituyen entidades que posibilitan su incorporación al mercado laboral y, según el rubro, poder obtener contrataciones con instituciones públicas y/o privadas», explicó.
Precisó que «en el caso de las empresas recuperadas posibilita mantener la fuente de trabajo y poder sostener la base económica de los trabajadores».
En lo que hace a la asistencia de los gobiernos al sector cooperativo, Martínez indicó que durante la crisis generada por la pandemia «hubo un gran al trabajo mancomunado de Federaciones y Confederaciones junto al Estado Nacional».
Otro de los sectores que representan cooperativas y trabajadores es la Federación de Trabajadores de la Economía Social (FeTraes).
Su presidente, Eduardo Montes, afirmó que durante la pandemia «no creció exponencialmente el número de nuevas empresas recuperadas», aunque, más allá de ese dato, entiende que «para la pospandemia quedará un gran número de empresas con un alto grado de debilidad económica».
Montes explicó que su propuesta es de «defensa y sostenimiento de los puestos de trabajo, sin que ello implique flexibilizar o autoexplotación» y, en ese sentido, asumió que «es un duro y arduo camino por delante», pero con «la opción de un trabajo digno o de engrosar el ejército de desocupados».
Montes hizo una diferenciación en las empresas recuperadas según el sector, y señaló que las que se pudieron reconvertir con mayor facilidad fueron aquellas que tenían «algún producto para ofrecer vinculado a la pandemia», como las textiles, pero que «hay una gran mayoría que no pudo hacerlo, como las del rubro gastronómico, gráfico u hotelero».