Con esfuerzo y convicción

La historia de Elizabeth, la enfermera argentina que hizo base en la Antártida

Palpalá, Jujuy, vio nacer hace 43 años a Elizabeth, quien hoy enfrenta lo que quizá pudiera pensarse como un nuevo nacimiento, en otras temperaturas, en otras latitudes. Del calor norteño que protagonizó su primera infancia, al frío antártico que primará durante su año de vivencia en la isla Laurie.

La Suboficial Primero Elizabeth Romero ocupa el puesto de Encargada de la base antártica Orcadas durante la invernada 2020-2021. Es la primera vez que una mujer ocupa ese cargo; será pionera en su rol que, comenta, «implica velar por el bienestar del personal, guiarlos en sus actividades cotidianas, contenerlos».

Se vuelve interesante conocer su recorrido hasta aquí porque es donde radica el porqué de su designación, el cual sin duda es meritorio. «Ingresé a la Armada en el año 1995. Mi papá estuvo haciendo el servicio militar en la Armada en Ushuaia y siempre nos hablaba bien de la Institución».

No tenía dudas sobre su vocación; siempre supo que el campo de la salud era su destino. «Tengo tías que son enfermeras y en ellas descubrí la profesión. Cuando terminé el secundario sabía que estudiaría Enfermería, pero cuando vi la posibilidad de combinar esa profesión y la carrera militar, no lo dudé y me inscribí».

Luego de dos años en la Escuela de Suboficiales, su primer destino fue el Hospital Naval Puerto Belgrano. «De allí, tuve un nuevo desafío, que fue trabajar en la Base Aeronaval Almirante Zar (en Trelew) donde hice el curso de enfermera aeronáutica». Cuenta que esto le permitió hacer vuelos sanitarios, diversificando así su profesión.

A esto le siguieron destinos como la Intendencia Naval y el transporte rápido multipropósito ARA «Hércules». Fue en ese transcurso de tiempo que se propuso continuar estudiando porque su vocación, como ella misma lo dice, está signada por «ayudar, pensar en el otro».

Así, complementó su título de enfermera obtenido dentro de la Armada con el ciclo de licenciatura. También realizó las tecnicaturas en anestesia, tomografía y radiología. Todo ese esmero y compromiso con el trabajo en el campo de la salud la llevó donde hoy está: en la base antártica Orcadas.

Elizabeth cuenta que fue su sueño llegar al continente blanco: «Uno cuando ingresa siempre piensa en el rompehielos o la fragata como destinos insuperables. Y hoy me tocó uno de ellos. Todos me han contado su experiencia y eso me motiva a vivir la mía propia». Además, agrega entusiasmada: «La Antártida es un desafío profesional y personal. Es un sueño, es el mayor logro que he obtenido en mi carrera».

Admite que una de las cosas más difíciles es separarse de su hija Milagros de 8 años, pero sabe que tiene a su alrededor una familia que la contiene y apoya en este gran objetivo. Tanto su mamá como sus tres hermanas, que también forman parte de la Armada, fueron su sostén durante el 2019, ya que debió realizar diferentes capacitaciones que la llevaron lejos de Punta Alta, lugar donde se asienta su grupo familiar.

«Yo ni siquiera conocía la nieve. Mi primer contacto con ella fue cuando me enviaron a Caviahue a realizar la capacitación conjunta. Ahí aprendí nociones básicas de cómo desplazarme en el terreno, uso de motos de nieve, entre muchas otras técnicas de supervivencia en bajas temperaturas», relata.

Su presente está en Orcadas; en esas latitudes antárticas Elizabeth admite que estará su mayor logro profesional. Para ello reconoce que es fundamental el trabajo en equipo: «Somos un grupo que dialoga mucho y eso me ayuda en el desempeño de mi cargo; logrando así que la responsabilidad que tengo sea mucho más llevadera».

Fuente: gacetamarinera.com.ar