Obesidad en los chicos: necesidad de tratamiento, comida saludable y actividad física


La obesidad infantil aparece en muchos chicos especialmente con el sedentarismo y el advenimiento en nuestros días de las pantallas.

Para ayudar a combatir la obesidad, causa de muchos problemas de salud, los pediatras recomiendan acciones que pueden se beneficiosas, tales como:

  • Comer y cocinar en familia. Además de mejorar el clima familiar, se ha demostrado que cuando los niños y niñas hacen las comidas diarias de forma habitual con sus padres mejoran sus hábitos alimentarios.
  • Más frutas y verduras. Promover el cambio a una dieta sana, introduciendo nuevos alimentos o volviendo a intentarlo con otros, es esencial en lo que al consumo de frutas y verduras se refiere.
  • Limitar el uso de pantallas. El uso desmesurado de pantallas fomenta el sedentarismo además de causar estragos en el sueño y en los niveles de concentración. Por eso, fijar límites puede suponer una gran diferencia.
  • Ejercicio físico y ocio activo. Un estilo de vida saludable implica moverse. En familia o con amigos, el deporte y la actividad física son trascendentales como medida preventiva para el exceso de peso y los problemas que conlleva.

 

En una conferencia dictada en la Sociedad Argentina de Pediatría, el doctor Benjamín Caballero resaltó la importancia de la alimentación en el bebé. «Las prácticas alimentarias en el primer año de vida son reconocidas como un factor importante en condicionar exceso de adiposidad en el niño. Existe asimismo evidencia de que el ser humano nace con adecuada capacidad de regular su ingesta calórica. Tal vez uno de los experimentos más ilustrativos sea el del gran pediatra nutricionista Samuel Fomon, publicado en 1975 (…) el experimento demostró que los bebés son capaces de regular su ingesta en función de sus necesidades calóricas (…) Esta capacidad de regular la ingesta en función de las necesidades de energía tiende a perderse a partir de los 3-4 años de edad, como lo demuestran los estudios de Rolls y Birch. A partir de allí, la ingesta es influenciada por condicionantes externos, como el tamaño de porción, el contexto socio-cultural, etcétera. El inicio de esta etapa podría tomarse como el comienzo del riesgo real de obesidad en la niñez en lo que hace a ingesta de energía. La influencia del contexto psicosocial en este cambio de conducta alimentaria sugiere que el mismo podría ser potencialmente prevenible»

El reconocido especialista prestó atención a la alimentación del bebe que puede influir en futuros casos de obedidad. En ese aspecto señalo la importancia de la lactancia materna y dijo  que «otro factor de riesgo de obesidad asociado a prácticas alimentarias es la lactancia materna. En su conjunto, los estudios sobre este tema han mostrado un modesto efecto protector de la lactancia exclusiva, con una reducción del riesgo de obesidad de alrededor del 5%, comparado con niños no amamantados. En contraste, el uso prolongado del biberón se ha asociado con aumento del riesgo de obesidad a los 5 años de edad».

Durante y después de la pandemia la falta de actividad física y algunos hábitos adoptados han contribuido a la proliferación de la obesidad en chicos y adolescentes. La visita al pediatra es en estos casos de rigor.

Fuente Sociedad Argentina de Pediatría y EFE  Salud