Monseñor Cardarelli abogó porque se «privilegien los intereses de los más vulnerables»

El vicario general del Arzobispado de Rosario, monseñor Emilio Cardarelli, exhortó hoy a establecer políticas de Estado que privilegien «no a los más poderosos, sino a los más vulnerables». Durantre la homilía, dada en la parroquia San José Obrero, el sacerdote dio gracias por la solución de algunos conflictos laborales  como el de la empresa Mefro Whells.

«En esta Santa Misa de la fiesta patronal de esta Parroquia San José Obrero -dijo- queremos ante todo dar gracias a Dios por la solución del conflicto de Mefro Whells y rogar que ella sea definitiva. Sabemos que hubo un esfuerzo de muchos para llegar a esa solución, pero también sabemos, aleccionados por el salmista, que si el Señor no construye la casa en vano trabajan los albañiles, que si el Señor no vela por la ciudad en vano lo hace el centinela.
Añadió: «También queremos rogar por la solución de todos los conflictos que hoy, en nuestra región y en nuestro país, aquejan al mundo del trabajo; pienso, no porque sean los únicos, sino porque a través de ellos englobamos a todos, en los de General Motors y en Sancor.  Rogamos también por la llegada a Rosario de los planes “Argentina Trabaja” y “Ellas hacen”, reclamo que desde hace años acompaña la Pastoral Social, entendiendo que pueden ser una solución transitoria hasta tanto los desocupados puedan acceder a un empleo digno y estable.

Más adelante sostuvo que «El santo a quien hoy celebramos, el patrono de la Iglesia, el padre de Jesús, el esposo de María, el patrono de los trabajadores, fue un hombre que tuvo que cambiar radicalmente su vida, uno que se encontró en serios problemas y que nunca terminó de salir de ellos.
No está escrito en ninguna parte que el encuentro con Dios nos allanará el camino de la vida al son de la música de ángeles que bailan. 
Si tenemos alguna duda, preguntémosle a José.

«El sacrificio de José es «como el de tantos padres y madres que trabajan duro todos los días, para no hacerle pesar a la familia una situación económica difícil, como es sacrificio el de los padres que tragan saliva para no hablar de sí mismos y de su cansancio en la búsqueda de un trabajo digno que no tienen -remarcó Cardarelli-. 
José es Justo y soñador; probablemente proyectaba un taller más grande, una casa espaciosa, hijos a los que enseñarle el uso de las herramientas del taller. No tenía grandes pretensiones, este hijo de Israel, un pequeño sueño para compartirlo con su esposa. Pero Dios necesita su mansedumbre y su fuerza; José será el padre de un niño que no es suyo, amará a su mujer en silencio, como quien se lleva a casa lo Absoluto de Dios 
José acepta, renuncia a su sueño para aceptar el sueño de Dios y de la humanidad.
En esta hora Dios y la Patria necesitan hombres y mujeres así: con la humildad necesaria para asumir un proyecto que no necesariamente es el propio y conscientes de que no hay nada absoluto fuera de Dios.
«Este día de la fiesta de San José Obrero -continuó- es un buen día para soñar proyectando cuanto hemos dicho de San José a nuestra realidad social ¿Y si desde la humilde consideración de que en las últimas décadas ninguna fuerza política pudo con el drama de la pobreza estructural en la Argentina nos permitimos soñar, al modo de San José, con el nacimiento de una cultura del encuentro, de la que tanto nos habla Su Santidad el Papa, para buscar entre todas las fuerzas políticas un proyecto común, políticas de Estado que trasciendan a los gobiernos de turno y que privilegien no los intereses de los poderosos, sino los de los más vulnerables?»
En su homilíoa el vicario general del Arzobispado señaló: «Este sueño nos puede abrir a algo verdaderamente valioso y sobre todo a la acción de Dios que “resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes” (1Pedro 5,5).
Permítanme un paso más, ya que cuando nos damos permiso para soñar hay que hacerlo en grande. ¿Y si todos los que tenemos responsabilidad social, seamos o no creyentes, hiciéramos en nuestra Patria la prueba de actuar como si Dios existiera y, como San José, a la luz de las expectativas del pueblo pobre y de su necesidad de dignidad, de justicia, de pan, de trabajo digno, nos dejáramos interpelar por Él a través de la historia. Hasta ahora -siguió- negar a Dios, o creer en El e invocarlo sin tener en cuenta que lo encontramos no al margen de la historia, sino dentro de ella, no nos dio resultado…
«Por mi parte, estoy seguro que con la humildad y con Dios nos va a ir mejor. San José, desde el silencio en el que permaneció custodio y guardián de la Sagrada Familia, vela por nosotros y nos pide imitar su grandeza.
Quiera Dios que le demos nuestro sí generoso para gloria de Dios y el bien de nuestra Patria», concluyó.