Para pensar

Charlas de Candi : «Reflexiones sobre el destino del hombre»

Por Candi

-Volvamos sobre nuestros pasos, Inocencio, volvamos a esas charlas sobre el por qué, para qué y cómo. Retornemos a aquellas reflexiones sobre el destino del hombre. Pues a menudo posamos la mirada en lo efímero y superficial y perdemos de vista aquello que en rigor de verdad es lo sustancial, lo que importa. Es un derecho indeclinable de la sublime condición de ser humano el acceder a aquellas cosas materiales que son necesarias para la vida, sin las cuales no es posible nada y mucho menos reflexión y filosofía; pero logradas éstas el hombre no puede caer en la trampa de la ambición que lo torna primero esclavo y luego sufriente y vacío; porque, ¿qué habrá en el mundo que pueda llenar su insaciable deseo? ¿Qué habrá en el mundo que pueda cargar consigo en la hora del último adiós? Así que he pensado que la razón de mi existencia no puede estar sujeta sólo al logro de una cosa material.
-Luego de leer a algunos filósofos y psicoanalistas, Candi, me puse a reflexionar, tan atrevidamente como limitado por mi ignorancia, que el hombre debe tener en su existencia, en su paso por esta vida, al menos las respuestas al por qué y para qué. Encontrar rápidamente la respuesta al primer interrogante le sirve en casos de melancolía o depresión para mantener su decisión de sobrevivir, de permanecer a pesar de todo. La respuesta al segundo por qué o para qué, será el motor que lo impulse a la vida, al crecimiento, a una evolución constante ¿Por qué estoy aquí? ¿Para qué? Las respuestas le dan sentido a la vida, es decir le dan razón para estar y desarrollarse.
-Todos los hombres, sin excepción, tienen esas dos respuestas, sólo que con frecuencia salen de su vista. Dificultades mas o menos graves enturbian esas presencias y las imágenes desaparecen. Entonces la angustia primero y la desesperación después causan estragos.

-Así es. Sucede, con más frecuencia de lo que suponemos y una progresión ominosa en la sociedad humana va desvalorizando gradualmente el concepto de creación. Se pierde en la nebulosa de una sociedad materialista, esta obra de arte maravillosa que es la vida en todas sus formas. Y al perderse la noción de valor tan importante, todo cuanto nos rodea carece de ese significado sublime que posee ¿Por qué estoy aquí, por qué soy? No por una casualidad, no por un capricho o solo un deseo de los padres, sino por una necesidad de la creación, de la vida. Nuestras presencias en este mundo no son azarosas, tienen una razón profunda. Nunca antes hubo personas como cada uno de nosotros y nunca jamás habrá ¿Por qué estoy aquí entonces?, porque soy necesario a la creación ¿Para qué estoy aquí? Para ayudar, con amor, en el plan creador.

-¿Para qué estamos aquí, entonces?

-Aun cuando suponemos que estamos en la mayor de las soledades y que nadie repara en nuestra existencia, siempre hay alguien, aun cuando no lo conozcamos, aun cuando jamás lo hayamos visto, que está necesitando nuestra presencia, nuestro accionar. Una pequeña acción (causa) siempre tiene un efecto en otros. Si la acción es buena el efecto también lo será. Quiero decir que aun cuando parezca o sintamos a veces que nuestra presencia es innecesaria, esto no es así. Cuando el ser humano se convence de que su vida es un vacío, que no tiene a nadie y que nadie lo necesita, se engaña. Eso es una trampa de la mente. Un acto bueno, aun cuando parezca insignificante y apenas perceptible, es una obra significativa, grandiosa en el universo. Una obra que satisface la necesidad de muchas almas. Un proverbio chino dice que «El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo».