Un día como hoy, pero hace 46 años, el general Juan Domingo Perón perdía la vida. A las 10.25 sufrió un paro cardíaco. Lograron reanimarlo, pero un nuevo paro sucedió. Esta vez no se pudo hacer nada y a las 13.15, falleció. Una hora después de aquel 1º de julio de 1974, María Estela Martínez de Perón (Isabel), a cargo de la presidencia de la Nación desde el sábado 29 de junio, anunció la noticia.
«Ha muerto un apóstol de la paz y la no violencia», anunció con voz entrecortada por televisión Isabel, la mujer que desde ese día gobernara el país hasta el 24 de marzo de 1976, cuando un golpe cívico militar la derrocó.
El líder había decidido volver al país desde Madrid el 20 de junio de 1973 y así ponerle fin un exilio de 18 años. Poco después y tras el llamado adelantado a elecciones por la renuncia de Héctor Cámpora a la presidencia, Perón se presentó para ocupar el cargo completando la fórmula con su esposa.
El 23 de septiembre se consagró presidente por tercera vez con el 62 por ciento de los votos, en tanto que la fórmula del radicalismo que integraban Ricardo Balbín y Fernando de la Rúa obtenía el 24 por ciento de los votos.
En la última quincena de junio de 1974 su salud empezó a empeorar. Finalmente, tuvo que entregar el cargo de primer mandatario a Isabel el sábado 29 en horas del mediodía. En la mañana del lunes 1º de julio de 1974, Perón recibe la extremaunción de parte del sacerdote Héctor Ponzio en Olivos y ese día a las 13.15 los médicos Pedro Cossio y Jorge Taiana, junto con los doctores Domingo Liotta y Pedro Vázquez, firman el certificado de defunción.
La congoja popular ante la pérdida del hombre que había concedido derechos sociales y ciudadanos a los trabajadores argentinos fue incomparable. El dolor inundó las calles de la Argentina y también lo hizo la incertidumbre que provocaba el vacío político que dejaba con su ausencia.
Los restos del ex presidente, en su uniforme de general, fueron velados en la quinta de Olivos hasta la mañana del 2 de julio. Entonces, fueron trasladados a la Catedral para una misa y luego al Congreso.
En el recinto parlamentario, 135.000 personas pasaron a despedirse del general a lo largo de dos días. Del otro lado de la puerta, cerca de un millón de personas dijo su adiós a la distancia. En un día lluvioso y típico de invierno, miles de ciudadanos vieron pasar el cortejo de su líder.
El famoso llanto del soldado Roberto Vassie ante el paso del féretro
Años más tarde, el protagonista de la icónica imagen recordaría esa situación: «Estuvimos hasta el momento en que venía el cortejo fúnebre. Se sentían los cascos de los caballos. Y el grito ‘¡Perón, Perón!‘. Era una cosa que te conmovía. Todos estábamos conmovidos. Con tristeza, con alguna lágrima. Después, cuando se acercó, ahí estallé. Justo fue cuando sacó la foto este muchacho. Vi a la gente venir, di vuelta el fusil y puse la bayoneta entre las piernas, por las dudas. La gente pasaba y te acariciaba, te besaba».